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ANOCHE TUVE UN SUEÑO...

     

  Jesús Lizcano Alvarez

Director de la revista Encuentros Multidisciplinares

Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Autónoma de Madrid

 

 

            Soñaba que estaba en un país desconocido, tan irreal como irreal era entonces la idea de "libertad" que soñó una noche Martin Luther King, hace ahora 36 años.

 

En el país de mi sueño, por ejemplo, los políticos de diferentes ideologías actuaban como adversarios más que como enemigos, incluso llegaban a competir noblemente con el ánimo de aportar las mejores soluciones para los ciudadanos, en lugar de intentar conseguir los mejores golpes -y más bajos- para tumbar a los contrarios. Intentaban además vivir para la política y el bienestar social (y además ¡durante un tiempo limitado!), en vez de vivir de la política indefinidamente; eran políticos, en fin, que llegaban incluso a ponerse de acuerdo y apoyar las mejores ideas y soluciones para la comunidad, independientemente del color ideológico de aquel que las hubiera aportado.

 

            Por otra parte, y dado que en ese país imaginario, los políticos trabajaban para el ciudadano (en lugar de trabajarse al ciudadano para conseguir su voto), existía una costumbre, convertida en imperativo legal, que consistía en informar a los ciudadanos de todo aquello que les podía interesar. Dentro de la enorme galería de informaciones que se les hacía llegar (o bien se ponía a su disposición de forma permanente) se encontraban, por ejemplo, los datos sobre la situación patrimonial y económica del Estado. Dada mi condición -también en el sueño- de persona interesada en estos temas, me fijé en unos folletos muy simples e ilustrativos que se repartían anualmente por todos los buzones, y que en todo caso estaban localizables en Internet (que además tenía una tarifa tan plana como simbólica).

 

            Los folletos hacían referencia al Balance de situación del Estado y a su cuenta de Resultados, y eran enviados por una Oficina del Parlamento, y ello porque ¡se habían puesto de acuerdo todos los partidos políticos en enviar esta información al ciudadano! (Son cosas de los sueños).

 

            Alguien de este mundo real podría seguramente haber pensado: ¿Para qué enviar esta información contable al ciudadano, si casi nadie entiende de contabilidad?. Craso error, veamos por qué, continuando con el sueño.

 

            Dentro del folleto, y en la información en Internet ¡se daban unas nociones básicas de contabilidad al ciudadano!, y además, y esto sí que es grande, ¡la mayor parte de los mismos lo entendían!. Se les decía, como ejemplo, que el patrimonio o Balance de situación del Estado no es muy diferente en su concepción al Balance de situación de cualquier familia, o lo que es lo mismo, que si una familia tiene, por ejemplo: un piso valorado en 20 millones, mobiliario valorado en 2 millones, un coche que vale 3 millones, unas acciones por 2 millones, y dinero en el Banco por 1 millón, esa familia tiene un Activo de 28 millones. Si esa familia tiene asimismo, por otra parte, las siguientes deudas: un préstamo hipotecario por 10 millones, unas letras pendientes por el coche de 1 millón, y un préstamo personal por 1 millón, tiene entonces un Pasivo exigible de 12 millones. Pues bien, el patrimonio neto (o recursos propios) de esa familia será de 16 millones (28 m. - 12 m.). Y ese es, en resumen, su Balance de Situación. ¿Es tan difícil entender esto?.

 

            Con una explicación como ésta, a los ciudadanos de mi sueño se les hacía mucho más fácil entender la información simple y resumida que se les presentaba, a continuación, sobre el Balance de situación de esa "gran familia" que constituye el Estado.

 

            Pues bien, dado que las cifras que veíamos en el sueño sobre el Balance de situación de este Estado imaginario, no tendrían aquí utilidad, vamos a hacer referencia a ese mismo tipo de información que recibían los ciudadanos del país imaginario, pero aquí con cifras de España.

 

            Nos vemos obligados a avisar que las cifras que vamos a mencionar podrían herir la sensibilidad de algún lector, y que algunos -como el que escribe- podrían pensar que constituyen el más claro exponente de una evidente insolidaridad intergeneracional, que dicho sea de paso, caracteriza a las cuentas públicas de la generalidad de los países, quizá en última instancia como fruto de una muy mal entendida y/o muy interesada y viciada aplicación, por unos y otros políticos, de las teorías keynesianas.

 

            Para comenzar hemos de apuntar, en términos similares a lo señalado en relación con el patrimonio de la familia, que el Activo global (la suma de todos sus bienes) que presentaba en su Balance de situación el Estado español, por ejemplo, en 1992, ascendía a 15´1 billones de pesetas, mientras que la suma de todas sus deudas (o pasivo exigible) sumaba ¡sorpresa!: 25 billones de pesetas; ello quiere decir que el Estado presentaba en 1992 un patrimonio contable negativo de casi 10 billones de pesetas.

 

Pues bien, en el año 1997, el Activo total del Estado alcanzaba un importe de casi 22 billones de pesetas, mientras que las deudas ¡sorpresa! llegaban a casi 48´7 billones; ello significa que el desequilibrio patrimonial o patrimonio neto negativo del Estado alcanza ya en dicho año los 26´7 billones de pesetas, una cifra muy superior incluso a la del propio Activo. Aunque en el año 1996, y sobre todo en 1997, se ha ralentizado sensiblemente el aumento de este abismo contable (lo que se conoce como quiebra técnica en las empresas), la magnitud alcanzada por esta trampa intergeneracional, invita realmente a una seria reflexión.

 

Aunque hay diversos factores adicionales, matices, ajustes contables (algunos incluso agrandan más el abismo) que los estudiosos abordamos en otros trabajos especializados, no cabe duda que las cifras básicas que aquí presentamos, muestran en buena medida que estamos viviendo a costa de nuestros hijos, o de nuestros nietos, y eso no es de recibo. No podemos seguir amparándonos en una falsa y tramposa ortodoxia económica como la actual.

 

            Quizá se entienda mejor a este respecto otro dato relativo a las deudas estatales; el endeudamiento del Estado que le corresponde a cada habitante ha pasado de 665.000 pesetas en 1992, a 1.253.000 pesetas en 1997. ¿Quién va a pagar esto?.

 

            En este contexto, y de cara a comenzar a atajar (al menos a largo plazo) el problema, quizá resultase necesario intentar aprender de algunos de nuestros sueños, justo para despertar la conciencia ciudadana en relación con una cuestión tan simple como son las cifras básicas de esa riqueza común y compartida que constituye el patrimonio contable del Estado, y quizá los políticos tendrían que soñar más, y ser así más útiles a los ciudadanos, proporcionándoles una riqueza tan importante (y poco costosa), como es la información sobre ese patrimonio contable del Estado, siquiera a un nivel tan básico como la que aquí hemos contado que se proporcionaba a los ciudadanos de Sueñolandia.