ESCAPARATE sobre ECONOMÍA, EMPRESA Y SOCIEDAD
|
DE
LA MEDICINA
A UNA
ECONOMÍA BASADA
EN LA EVIDENCIA*
Jesús Lizcano Alvarez
Director de la revista Encuentros Multidisciplinares
Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Autónoma de Madrid
Un eje fundamental en el actual avance y desarrollo de la Ciencia Económica
lo ha de constituir la necesaria ampliación de sus miras en el terreno metodológico
y una orientación basada en las proyecciones de otras disciplinas científicas,
como puede ser, por ejemplo, la Medicina, en los términos que trataremos de
poner de manifiesto en estas líneas.
El economista de hoy ha de buscar nuevos axiomas y planteamientos, y
beber en las fuentes investigadoras de otros campos del saber, con el fin de
tener una mentalidad claramente multidisciplinar. Ya decía Stuart Miller, a
mediados del siglo pasado, que una persona no puede ser un buen economista si no
es más que eso, y también Keynes manifestaba que todo economista debería ser
en cierta medida matemático, historiador, hombre de estado y filósofo.
Bien
es cierto que a nivel general es indiscutible que la situación económica en el
mundo ha mejorado en el último siglo (hace 100 años se trabajaba una media de
2.800 horas al año, frente a la media actual de 1.700 horas), si bien también
es crudamente cierto que en la actualidad 1.200 millones de personas viven en la
pobreza absoluta, que en muchas regiones del Globo la esperanza de vida es menor
de 40 años, y que 1.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable o
a servicios sanitarios. Todo ello prueba que la Economía del mundo no va bien,
y que los modelos económicos aplicados no sirven para remediarlo.
Parece evidente la existencia actual de un cierto despiste o desorientación
en el terreno de los postulados económicos. La teoría económica estándar,
tachada hoy día de autista, no deja de asumir algunas simplezas como que todos
los individuos son igualmente racionales, que son infinitos, que no pueden
afectar sustantivamente a los mercados, o que poseen el mismo nivel de información.
Sobre esta base se han construido primeras, segundas o terceras vías, en
absoluto contrastadas ni contrastables de cara a conseguir una mínima
eficiencia económica a nivel global. Hoy día la mayor parte de las previsiones
económicas no aciertan en lo susutantivo , amén de que se ha llegado en la
ortodoxia económica a un irrespirable nivel de fantasías matemáticas y
modelos sofisticados, con ingentes cócteles de variables que no predicen ni
explican demasiado.
En este contexto los paradigmas económicos necesitan de un cierto
proceso de refundación, que les permita alcanzar un mínimo nivel de solidez teórica
y contrastabilidad de sus planteamientos. A este respecto presumimos dos grandes
tendencias u objetivos en estos próximos tiempos: a) Por una parte, habrá que
ir necesariamente hacia una globalización o mundialización económica, de
forma que el Sistema económico (Economy) sea considerado como una Comunidad
Económica Universal, compuesta por el conjunto integrado de los ciudadanos y
los recursos naturales del planeta; ello significaría que las políticas económicas
nacionales pasasen a ser un vestigio del pasado. b) Por otra parte, y es el
objeto fundamental de estas líneas, la Economía teórica (Economics) deberá
tender a convertirse en una Economía basada en la evidencia (EBE), adoptando
con ello un nivel mínimo de rigurosidad y contrastación en sus planteamientos,
que sustituya al cúmulo actual de aventuras en muchas propuestas metodológicas
y los consiguientes cantos de sirena intelectualoides o matemáticos.
Para
ello, la Economía deberá adoptar planteamientos similares a los que utiliza la
Medicina, en la que se ha venido llamando en estos últimos años Medicina
basada en la evidencia (MBE). El rasgo fundamental de esta nueva disciplina es
el tránsito desde la Experiencia a la Evidencia, esto es, dejar de utilizar la
experiencia personal y conocimientos de cada uno de los médicos como base de
las decisiones, para pasar a utilizar la evidencia científica, utilizada sobre
todo por los epidemiólogos. Así, mientras que los
investigadores médicos intentan conocer el mecanismo de cada una de las
enfermedades, los epidemiólogos tratan de conocer a un nivel colectivo las
causas y los factores de riesgo de dichas enfermedades, de cara al consiguiente
control de las mismas, y ello con una dimensión comunitaria o global.
De una forma similar, la Economía basada en la evidencia (término que
propusimos en el transcurso de un seminario sobre Economía en clave
multidisciplinar), trataría de formular sus postulados en base a la evidencia
científica, más que en las ideas personales o experiencias investigadoras
individuales de uno o varios economistas. Resulta cada vez más necesaria en
Economía una sustantiva aplicación de la evidencia, tanto en el espacio, como
en el tiempo, de cara a poder formular modelos o concepciones metodológicas mínimamente
coherentes. En este sentido, los decisores económicos, tanto en el terreno de
la macro como en el ámbito microeconómico (empresas y entidades públicas)
deberían en lo posible tomar sus decisiones basadas en la evidencia, cosa que
en general no ocurre.
Igual
que la Medicina basada en la evidencia trata de conocer, controlar y solucionar
el problema de los enfermos, la Economía basada en la evidencia deberá
proyectarse sobre las causas y soluciones de los enfermos económicos, esto es,
todos aquellos que no disponen de defensas o unos mínimos recursos para
subsistir dignamente.
La
EBE debe buscar sistemáticamente toda clase de estudios empíricos,
experiencias, y en definitiva evidencias, de las cuales se puedan extraer algún
tipo de conclusiones o patrones válidos, contrastados y razonablemente
aceptables como factores explicativos de las correspondientes hipótesis o
realidades. Es necesario formular para ello preguntas nuevas, y buscar después
de forma sistemática las mejores evidencias. En todo caso, este proceso
resultará en buena medida estéril sin una adecuada contrastación, ordenación
y análisis crítico de todas y cada una de las evidencias seleccionadas.
A
nivel metodológico en la EBE será conveniente seguir varias etapas: 1)
Formulación de aquellas preguntas más adecuadas sobre una determinada hipótesis
económica. 2) Búsqueda de la mejor evidencia empírica. 3) Valoración crítica
de la importancia y la validez de esta evidencia. 4) Aplicación ulterior a la
realidad económica. Un ejemplo de pregunta en el contexto de la EBE sería: ¿Existe
algún tipo de relación o correlación -probada y permanente- entre la variación
de los tipos de interés y el índice de inflación de una economía?
Un importante desafío en este contexto sería la elaboración de un protocolo básico para la EBE, que permitiera de una forma mínimamente reglada la generación de nuevos y consistentes conocimientos sobre la realidad económica en cualquiera de sus niveles, obteniendo además resultados que fuesen generalizables. De esta forma se podría llegar a reducir sustantivamente el alto nivel actual de entropía económica, reduciendo de paso el nivel de entropía en el propio acerbo colectivo de conocimientos económicos.
En este contexto, un paso previo e importante para una Economía basada en la evidencia será la delimitación y posterior sistematización del enorme universo de datos e información económica existente, así como de los medios o instrumentos para acceder a la misma (Internet, bases de datos, bases bibliográficas, etc.); a tal efecto resultará conveniente hacer una exploración masiva de todos los trabajos empíricos en economía, (en artículos, libros, tesis doctorales, proyectos de investigación, papers de congresos, etc.) y una sistematización de los mismos. De esta forma, y mediante una formación de los gestores bibliotecarios que incluyera la búsqueda y valoración de evidencias, se podrían llegar a crear verdaderas bibliotecas de evidencias científicas en economía, que podrían incluir un archivo abierto con aquellos estudios, resúmenes, y bases colectivas de información sobre las mejores evidencias obtenidas. Con ello se generaría un verdadero capital intelectual universalizado, que podría autoalimentar un desarrollo eficaz de la EBE, una mejora de los paradigmas y del nivel de predicitibilidad en economía, con el consiguiente progreso en la situación socioeconómica del conjunto de los ciudadanos.
* Una versión extractada de este artículo fué publicada en el diario “El Mundo” (Nueva Economía) el 15 de julio de 2001.