España

V. ARTÍCULOS DIVERSOS SOBRE CONTABILIDAD DE GESTIÓN

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COMO  AGILIZAR  LA  ADMINISTRACION  PUBLICA  A  TRAVES  DE  LA  CONTABILIDAD  DE  GESTION

 

Clara Isabel Muñoz Colomina

(Diario Cinco Días: 13 de Junio de 1995)

 

 

     Los efectos negativos que para la economía de un país conllevan los altos déficits públicos ha creado una conciencia en gobiernos, autoridades y sociedad en general sobre la necesidad de su disminución, prueba de ello son las noticias de los periódicos en los últimos días acerca de los presupuestos a elaborar para el año 1996 en nuestro país o el informe del Instituto Monetario Europeo (IME) sobre el déficit existente en la mayoría de sus países miembros.  Entre las posibles medidas a aplicar para su reducción se baraja como la mas imperiosa la de disminuir el gasto en que incurren los distintos organismos públicos; recuérdese como el ministro de Economía Pedro Solbes, ha comentado que "todas las partidas de gasto, a excepción de las de protección social, están en cuestión".

 

     Dado que existe una opinión generalizada de la conveniencia de reducir el gasto a través de una racionalización en su uso, es necesario plantearse que ésto implica agilizar y cambiar la forma de gestionar los organismos y requiere una información contable en la que se pueda apoyar la toma de decisiones de los responsables de la gestión ([1]). En este sentido aunque el nuevo Plan General de Contabilidad Pública ha supuesto un avance importante con respecto a la situación en que se encontraba la información contable pública, ello no es suficiente, y cada organismo deberá disponer de una contabilidad de gestión.

 

     En la búsqueda de soluciones para ese cambio, la cuestión de fondo que debe ser objeto de reflexión es ¿cómo debe ser el modelo de gestión de los organismos públicos? pues según sea éste se diseñará el modelo de contabilidad de gestión, y se oye con mucha frecuencia "igual que el de las empresas privadas", en consecuencia se está creando la mentalidad de que hay que trasladar a estos entes las mismas formas de gestionar las empresas. Esto que no es exclusivo de estos momentos pues ha habido estudios en otras épocas, se está reconsiderando mucho más con la crisis económica y se está estudiando la viabilidad de aplicar las técnicas que las empresas utilizan y concretamente las nuevas técnicas de gestión.

 

     Pero su aplicación merece una reflexión previa sobre cuestiones como la finalidad de unos y otros entes, si los motivos que tuvieron (y tienen) las empresas son los mismos que los entes públicos y sobre qué aspectos son aplicables. De la respuesta dependerá el resultado de la implantación.

 

      A la primera de la cuestiones la respuesta es bien clara y conocida; mientras que la finalidad de una empresa es obtener beneficios que remuneren a sus propietarios y por eso tradicio­nalmente la cuenta de pérdidas y ganancias es el instrumento mas utilizado para medir el rendimiento, la finalidad de los organismos públicos es ser un instrumento que redistribuye la renta de una forma justa entre las personas de la colectividad y así disminuir los desequilibrios sociales; en consecuencia el rendimiento del organismo no se debe medir con información contable basada en la consecución de excedentes sobre corrientes de signo opuesto, sino en información basada en el rendimiento por la utilización de activos para los fines marcados.

 

     En las empresas existe una relación muy directa entre propiedad y obtención de recursos para el desenvolvi­miento de la gestión, y por eso su actividad y existencia está orientada a la obtención de beneficios. Precisamente esto justifica que su actividad se base en la prestación de bienes y/o servicios a cambio de una contraprestación de tal manera que los clientes son soportes financieros de la empresa y de los ingresos que por su inversión esperan recibir los propietarios y por eso la informa­ción contable sobre la gestión debe ir orientada desde esta perspectiva.

 

     Por el contrario, en los entes públicos sin ánimo de lucro, su actividad y existencia está motivada por la prestación de servicios a una colectividad que, en su mayoría, no podría dar una contrapresta­ción directa correspondiente al valor de lo que recibe, los clientes no tienen la función de ser el soporte financiero de la actividad, ni los aportantes de los recursos financieros buscan la relación de ingreso/inversión. En ellos la información contable sobre la realización de su actividad deberá ir enfocada hacia el alcance o no de los fines y objetivos sociales para los que existe el organismo.

 

     Los motivos de las empresas para buscar una nueva forma de gestión están muy relacionados con los puntos expuestos en los párrafos anteriores y en las dificultades que -en el nuevo panorama económico originado por la competencia internacional­- han tenido para alcanzar su finalidad primordial; muy resumida­mente: con las formas de organización y gestión hasta ese momento empleadas, su supervivencia a corto y medio plazo peligra, y el propietario también ve disminuir su remuneración y hasta su inversión.  Llegada la hora de cambiar radicalmente la forma de gestionar y de racionalizar el gasto, se han buscado nuevos procedimientos y técnicas que ayuden a conseguir su objetivo final y, por tanto, una nueva contabilidad de gestión.  Así el famoso A.B.C.(contabilidad de costes basada en actividades) ha intentado dar respuesta al punto clave de "los beneficios vienen de los clientes, luego busquemos información sobre qué aspectos de la empresa están encadenados en relación directa con el cliente y cuales no".

 

      Pero los motivos de los organismos públicos no son los mismos que los de las empresas, su problema no es de competencia de mercado ni de obtención de beneficios para los propietarios, sus motivos vienen originados, a corto plazo, en la reducción que le corresponderá de los recursos financieros que le transferirán a largo plazo -para el año 1996 los distintos ministerios deben revisar la prioridad de sus programas de cara a eliminar aquellos que se considere que no son esenciales y no haya financiación para su desarrollo-, en un cambio de filosofía sobre el papel del Estado en la sociedad.  También tienen que racionalizar el uso de sus recursos económicos si quieren cumplir los objetivos y fines previamente marcados y éste es el punto en común entre ambos tipos de entes. ¿Eso significa que los entes públicos pueden aplicar los mismos procedi­mientos de gestión de las empresas y con el mismo éxito para conseguir objetivos distintos?.  Con la esperanza de que así pueda ser, antes de su implantación se debe analizar qué cambios han supuesto para (y en) las empresas, qué consecuencias han tenido y su viabilidad en el lugar dónde se pretende instalar; sólo de esta forma el modelo a implantar será útil y la información contable también.

 

     A este respecto debe tenerse en cuenta que la aplicación de las nuevas técnicas de gestión ha implicado en las empresas:

 

     a) Un cambio radical de mentalidad en toda la organización empresa­rial. A modo de ejemplo uno de los cambios considerados clave fundamental para conseguir una mejora en su gestión ha sido el ocasionado en la mentalidad sobre la forma de conseguir aumentar la eficiencia del trabajo pasando de la optimización por división y especialización del individuo a la optimización del trabajo global con un trabajador polivalente, de opinión propia e insertado en un grupo.  Esto es absolutamente viable en las administraciones públicas siempre que haya un "motor" que impulse el cambio en la forma de trabajo (¿lo hay?, ¿es el mismo que en las empresas?);

 

     b) una reducción importante de aquellos medios físicos y materiales hasta ese momento disponi­bles y cuyo mantenimien­to obligaba a soportar un fondo de maniobra superior al estimado como necesario para conseguir la finalidad principal, precisamente este ha sido el motivo de que el factor humano haya sufrido un efecto muy negativo pues ha supuesto una gran pérdida de puestos de trabajo.(¿debe ser ese el planteamiento en el sector público?);

 

     c) su sustitución por nuevas inversiones en tecnología para todo el ámbito empresarial con uso mas intensivo de capital y que ha implicado una búsqueda de recursos financie­ros alcanzable gracias a la eliminación de otros medios anterior­mente mencionada.  La contabilidad de gestión de las empresas ha tenido que adaptarse a estos nuevos objetivos y buscar el diseño de informes y el flujo documental que hiciera posible satisfacer las nuevas necesidades de sus usuarios tanto en contenido como en tiempo de obtención lo que le ha sido posible entre otras cosas por la aplicación de los avances en tecnología para la obtención de información.

 

     ¿Se pretenden cambios similares en los organismos públi­cos?.  A corto plazo no parece que sea el objetivo marcado, por cuanto con la reducción de programas que según los estudios realizados podrían liberar aproxidamente el 20% del gasto público actual la finalidad perseguida por los responsables es una reducción del déficit público y no su materialización en las nuevas inversiones que requeriría modernizar muchas de las estructuras que actualmente dispone la administración pública. 

 

     Si es un objetivo a largo plazo, su logro deberá incluir modifica­ciones en la estructura organizativa que actualmente tienen los organismos públicos pues existen diferencias importantes entre éstas y las que han adoptado las empresas. Éstas han basado su organización en una dirección de descentralización que agilice muchas de las decisiones a tomar y por eso el modelo de contabi­lidad de gestión tiene el papel de ser un instrumento de control de las mismas.  Alcanzar esta misma visión de gestión en los organismos públicos implicará cambios técnicos, culturales y de normativa en el sistema de funcionamiento actual de muchos entes.

 

 



    [1]   A este respecto la Comisión de Contabilidad de Gestión  de la Asociación Española de Contabilidad y Adminis­tración de Empresas ha aprobado el estudio y desa­rrollo de un Documento que aborde esta problemá­tica.