España

V. ARTÍCULOS DIVERSOS SOBRE CONTABILIDAD DE GESTIÓN

Indice

 

 

 

LOS  COSTES  Y  LA  COMPETITIVIDAD EN  LAS  ENTIDADES  DE  CREDITO

 

Ramón Martínez Vilches

(Diario Cinco Días: 20 de Junio de 1995)

 

 

           Uno de los objetivos fundamentales de la Contabilidad de Gestión en todo tipo de empresas, y por tanto en las entidades de depósito, es el aumento de la competitivi­dad. Ahora bien, el término competiti­vidad en estas entidades no es fácil precisarlo; en este sentido, se viene admitiendo por competitividad la capacidad de la empresa bancaria para conseguir rentabilidades superiores a sus competidores mediante la obtención de ventajas duraderas en los mercados en donde actúan. Esta definición plantea delimitar en el negocio bancario aspectos tales como:

           

           a) El concepto de rentabilidad y la forma de medirla

           b) ¿Quiénes son los competidores, cuáles son sus estrategias y sus objetivos?

           c) ¿En qué mercados actúa la empresa bancaria?

 

           Tradicionalmente la rentabilidad bancaria se ha medido por la relación existente entre los resultados de un período y el activo total medio (ROA) o, en su caso, por el cociente entre los resultados y los recursos propios (ROE). Sin embargo, cada vez es más frecuente admitir que hay componentes importantes en los resultados, como las comisiones generadas por el cobro de los servicios o las derivadas de las actividades de desintermediación, que no dependen del activo total medio. Por ello, la rentabilidad bancaria expresada sobre el balance medio pierde significa­ción.

 

           En el Documento nº 5 de la Comisión de Principios de Organiza­ción y Sistemas de AECA, titulado: "Criterios de medición de la rentabilidad, productividad y eficiencia de las entidades bancarias" se ponen de manifiesto las deficiencias del sistema de cálculo de la rentabilidad basado en el ROA y se propone un indicador de rentabilidad resultante de agregar las actividades más típicas o habituales de la banca actual, tales como intermedia­ción, inversión por cuenta de terceros, seguros y fondos de inversión y servicios bancarios.

 

           No obstante, a falta de disponer de información pública sobre estas actividades, hay que utilizar el modelo de cuenta de resultados en cascada de bancos y cajas de ahorro, que anualmen­te publica el Banco de España, como modelo sintético de resultados, para explicar la eficiencia de las empresas bancarias.

 

           La mejora de la eficiencia de las entidades bancarias está condicionada por tres factores básicos: la capacidad de generar productos financieros, donde la calidad de los activos juega un papel fundamental; la potencialidad de obtener ingresos por comisiones, y la reducción de costes. Los productos financieros y los costes financieros están afectados por la evolución de los mercados financieros y su funcionamiento, cuyos márgenes están cayendo desde el año 1987, como puede apreciarse en el Cuadro adjunto, manteniéndo­se una tendencia descendente.

 

           Los ingresos por comisiones están creciendo, pero aún tienen un peso poco significati­vo en cajas de ahorro y algo mayor en la banca privada.  No obstante aunque los ingresos por comisiones crecen no cambian la tendencia de caída de márgenes, tal como se aprecia en dicho cuadro. Sin embargo, esta es una forma engañosa de analizar la cuenta de resultados, porque si se imputaran todos los costes a los servicios se podría constatar que muchos de ellos no serían rentables. En este sentido la contabilidad de gestión en la empresa bancaria aporta la metodología de análisis y medición de costes de los productos y de los servicios, facilita la informa­ción adecuada para la toma de decisiones y sirve de instrumento de medida de la eficiencia interna al asignar costes y rendimientos a cada una de las actividades donde actúan las entidades bancarias (ver Documento nº 9 de Principios de Contabilidad de Gestión de AECA "La Contabilidad de Gestión en las Entidades Bancarias"). Si no se dispone de este instrumento, difícilmente se podrán acometer acciones de mejora para cambiar la trayectoria y la tendencia de los márgenes.

 

           El tercer componente que afecta a la competitividad de las entidades bancarias se refiere a los costes.  A falta de un sistema de contabilidad de gestión explícito donde se conocieran los costes y márgenes de los productos y de los servicios bancarios, podemos centrar el análisis en medir y observar el comportamiento de un indicador de eficiencia, formado por la relación entre costes de transformación y productos financieros netos.  Dentro de los costes de transformación se incluyen los de personal, generales y tributos, amortizaciones y saneamientos y dotaciones, mientras que en productos financieros netos se consideran los márgenes financieros, los ingresos por comisiones y los resultados extraordinarios, minorados por el coste del saneamiento de los créditos.

 

           La eficiencia de las entidades bancarias mejora a medida que el ratio disminuye y empeora cuando aumenta la participación de los gastos de transformación sobre los productos netos.

 

           La evolución del índice de eficiencia bancaria para el período 1982-1993 en la banca privada y de 1977-1993 para las cajas de ahorro se recoge asimismo en el citado Cuadro adjunto. Se han obtenido dos ratios de eficiencia: uno neto, es decir, resultado de comparar los productos totales netos, incluidos los resultados extraordinarios, con los costes de transformación; y otro bruto, descontando el efecto de los resultados extraordinarios.

 

           La evolución de los ratios en los períodos de tiempo reseñados muestra como bancos y cajas de ahorro no han mejorado su eficiencia.  Al contrario, desde 1989 se puede afirmar que la situación ha empeorado.  Sin embargo, conviene realizar algunas matizaciones sobre el comporta­miento de las entidades bancarias:

 

           a) Los datos obtenidos se refieren al conjunto de cada subsector, bancos priva­dos y cajas de ahorro. Dada la existencia de diferencias significativas entre entidades consideradas aisladamente los resultados obtenidos no expresan correctamente la posición de cada entidad, hay unas que tienen un ratio por encima de este valor medio mientras que otras están por debajo.

 

           b) Los datos obtenidos se refieren a valores medios del conjunto de todas las actividades bancarias.  Como ya se ha indicado, la multiplicidad de negocios bancarios (productos y servicios) no refleja la situación real; para ello deberían imputarse los costes totales y los rendimientos a cada uno de ellos y obtener un indicador de eficiencia por línea de negocio, cuyos resultados difieren entre ellos.  En realidad existe una subsidiación de recursos entre líneas de actividad, lo que dificulta aplicar una política racional de reducción de costes cuando no se conoce la evolución de los resultados y de los márgenes individuali­zados, siendo necesario para ello la instrumentación de un sistema de contabilidad de gestión aplicado a todas las actividades del grupo bancario.

 

           c) Los costes de personal representan a finales de 1994 cerca del 45% de los productos totales en bancos y cajas de ahorro, habiéndose reducido las diferencias en favor de la banca, que partía del 58% en 1982, mientras que las cajas tenían el 48% en esa fecha.  Sin duda la expansión de las cajas de ahorro a partir de diciembre de 1988 ha contribuido a aumentar la plantilla y los costes de personal sin mantener el mismo ritmo de crecimiento en los productos generados, factores que explican la evolución del indicador de eficiencia en este período de tiempo.

 

           Las entidades bancarias deben reflexionar sobre la evolución del indicador de eficiencia, así como sobre las acciones a tomar para cambiar la tendencia descrita.  En este sentido cabe reflexionar sobre el uso intensivo de la tecnología de la información que está modificando el modo de competir en el sector financiero.  Cada vez con mayor profusión, el empleo de nuevos sistemas de venta de productos y servicios bancarios, como el telemarketing y el banco sin oficinas, obligarán a las entidades bancarias a redefinir su estrategia de crecimiento, adaptando el mismo no solo al mercado y al espacio geográfico, basado en la oficina física como eje central de las transacciones, sino complementado mediante el empleo de tecnología y sistemas de comunicación, cuyos costes de transacción son inferiores.

 

           Sin embargo, para poder actuar con eficacia estas instituciones deberán apostar por implantar o, en su caso, revisar los sistemas actuales de contabilidad de gestión para identificar los costes y los rendimientos de las líneas de negocio y de los mercados donde están presentes o desean penetrar, porque si no lo hacen cualquier sistema de reducción de costes sin el soporte documental adecuado contribuirá a aumentar la ineficiencia y, para algunas entidades, representará una caída importante de sus resultados.