HACIA
UNA MODERACIÓN
"POSITIVA" DE
LOS COSTES
SALARIALES
Jesús
Lizcano Alvarez
(Diario
Cinco Días: 8 de Octubre de 1993)
Se viene hablando constantemente en estos últimos tiempos de la
necesidad de una moderación salarial como elemento imprescindible para sacar al
país de la fase recesiva económica en la que se encuentra. Quizá por un
cierto grado de obsesión pragmática en los planteamientos, o quizá porque
nuestro deambular profesional ha estado fundamentalmente orientado a las
cuestiones microeconómicas, venimos a creer más en éstas últimas que en
aquellas medidas de corte macroeconómico, y de ahí nuestra opinión de que la
simple medida de trazar una "raya" y decir que de ahí no pueden pasar
los salarios supone una visión demasiado vertical, que realizada desde una
"macroatalaya" económica puede quedarse en una medida necesaria pero
no suficiente para llegar a alcanzar un eficaz "pacto de rentas".
Pensamos que
los pactos no son sinónimos de "quebrarse la pata" en la misma medida
todas las partes, unas partes "no se por qué" enfrentadas por
definición, a no ser por el típico axioma propio de los planteamientos políticamente
antediluvianos y socialmente raquíticos. Muy por el contrario, pensamos que los
pactos deben tender a asegurar un verdadero esfuerzo común y una encarnizada
competencia en calentarse las mentes todas las partes implicadas para buscar
aquella solución que maximice el beneficio medio de unos y otros, cuidando, eso
sí, que la desviación respecto a la media no esté significativamente sesgada
a favor de alguna de dichas partes.
Con una orientación constructiva, por tanto, dentro de este contexto, se
nos ocurre que una de las medidas que las empresas deberían aplicar es la de
intentar reducir los costes laborales unitarios (aquellos que lleva cada unidad
de producto) en lugar de limitar o reducir simplemente los gastos de personal:
Se trata por tanto de buscar una moderación realmente "positiva" y
racional de los costes salariales, en lugar de cercenarlos sin más, trazando
una "raya" tan discutible como subjetiva. Para conseguir esta reducción,
las empresas habrían de intentar conseguir al menos uno de los dos objetivos
siguientes: a) Que cada unidad de producto necesite menos horas de trabajador,
b) Que cada hora tenga un coste menor, al menos en términos reales.
Tanto la primera vía (reducción del tiempo de mano de obra por
producto) como la segunda (reducción del coste real de cada hora trabajada) se
podrían comenzar a abordar en muchas empresas vinculado las subidas salariales
a la productividad o a los resultados de la empresa. Veamos una posible y muy
sencilla fórmula al respecto: Si llamamos S a la subida salarial, podría
pensarse en establecer una S = K + P, siendo K un %
del IPC (Indice de precios al consumo) que podría oscilar entre 0 y 1, y siendo
P un % del incremento de la productividad conseguida (bien a nivel
individual o bien colectivo). De esta forma, si K, se fija a nivel
colectivo en una empresa, por ejemplo, en un 60%, y P se negocia
(individual o colectivamente) en un 70%, suponiendo que los trabajadores (uno o
varios) hayan conseguido aumentar su productividad en un 8% podrán alcanzar,
existiendo un índice de inflación del 5%, una subida
salarial del 8,6%, esto
es: 3% (0,6 x 5%) + 5,6% (0,7 x 8%). De esta forma los
trabajadores, por una parte, habrán incrementado su capacidad adquisitiva, y la
empresa, por otra, habrá mejorado su productividad (y por lo tanto sus márgenes)
sin que este aumento llegue a darse, por tanto, a costa del empleo; es decir, se
trataría en este caso de un incremento realmente útil (individual y
socialmente hablando) de la productividad.
Debería buscarse, además, algún tipo de acuerdo en las empresas con el
fín de asegurar un destino productivo de aquella parte o porcentaje del
incremento de la productividad obtenido (1-p) que se queda en la empresa.
Por otra parte, en aquellas empresas en las que por su estructura, por el
tipo de actividad, etc, no fuera fácil cuantificar el aumento de productividad
de algunos trabajadores o del conjunto de los mismos, se podría articular la
fijación (en sustitución del coeficiente P) de un coeficiente similar R,
esto es, establecer como retribución un porcentaje bien del importe o bien del
incremento de los Resultados de la empresa, en lugar de la productividad,
lo cual viene a tener un carácter más colectivo y uniforme para los
trabajadores de la misma.
Las anteriores no tratan de ser sino fórmulas tan constructivas para las
partes como simples en sus planteamientos, que pueden contribuir a esa eficaz
tercera vía, verdadera resultante de la integración de dos vectores: el vector
empresarial, tendente a moderar de las rentas laborales, y el vector sindical,
dirigido a moderar las rentas empresariales.