Capítulo
8
CONTABILIDAD DE GESTIÓN MEDIOAMBIENTAL
Dra.
Carmen Fernández Cuesta
Profesora
Titular de la Universidad de León.
Miembro
de la Junta permanente de la Comisión
de Contabilidad de Gestión de AECA
Introducción
El
proceso de globalización que caracteriza el comienzo del siglo actual está
promoviendo indudables éxitos en la comunicación entre diversas culturas y en
la reconfiguración económica, social y tecnológica de nuestra civilización.
A
la vez acentúa la crisis ambiental en su doble faceta: el aumento de la pobreza
material y moral de los seres humanos (crisis social) y el incremento del
deterioro del ecosistema planetario (crisis ecológica), mostrando claramente
que el modelo de sociedad industrial actualmente imperante en los países más
desarrollados es insostenible.
Desde
los años sesenta, las llamadas de atención hacia ambas crisis y sus
interrelaciones tienen lugar desde los foros más diversos. Pero es a partir de
mediados de los ochenta, cuando su insistencia, difusión y, en algunos casos,
dramatismo (como ocurre actualmente con el continente africano), provocan un
clamor desde la ciudadanía para buscar soluciones a las mismas. Se inicia así
un movimiento mundial que promueve una colaboración más intensa con los más
desfavorecidos y una defensa del patrimonio natural y cultural que, recibido de
nuestros antecesores, hemos de mejorar y legar a las generaciones futuras.
El
conjunto de juicios de valor de dicho movimiento y sus consecuencias a todos los
niveles se identifica como un paradigma emergente, denominado ecológico o
ambientalista, en abierta contraposición al paradigma mecanicista que impera
desde, aproximadamente, el siglo XVII en los países occidentales más
desarrollados. La
discrepancia en los núcleos de ambos paradigmas conlleva una visión
contrapuesta del fin último del conocimiento científico: el conocimiento de la
realidad para dominar, controlar, manipular y explotar la naturaleza, en el
paradigma mecanicista, frente al conocimiento de la realidad para comprender el
orden natural y vivir en armonía con él, en el paradigma ambientalista.
Esta
visión alternativa de la realidad, fuertemente influenciada por la red de
problemas planteados y no resueltos por el paradigma mecanicista, tiene
consecuencias profundas en el conocimiento económico, surgiendo la economía
ecológica, como posición radicalmente contrapuesta a la economía tradicional,
y la economía ambiental con un posicionamiento intermedio entre ambas.
Sus
efectos sobre la realidad empresarial influyen directamente en el actual
entorno, cuya turbulencia requiere procesos de decisión ágiles y flexibles, en
los que las decisiones a corto plazo estén supeditadas a la identificación de
las variables estratégicas y a la definición de los fines y misiones generales
que dan coherencia a toda la actuación empresarial. El papel de la contabilidad
es decisivo en este entorno:
·
En el análisis estratégico, se requiere información contable para
definir dichos fines y misiones, identificar las variables exógenas (amenazas y
oportunidades) que caracterizan el entorno, determinar y evaluar las variables
endógenas (fortalezas y debilidades, recursos y capacidades) de la empresa que
le permiten generar y mantener una ventaja competitiva en el tiempo.
·
En la formulación de estrategias y su evaluación a priori, la información
contable facilita la selección de aquella (o aquellas) que parecen la mejor
posible, al promover los cambios (humanos y materiales) a realizar y hacer
visibles sus consecuencias económicas.
·
Por último, la información contable es imprescindible en la implantación
y control a posteriori de la estrategia seleccionada, poniendo de manifiesto el
acercamiento o alejamiento de las actuaciones realizadas respecto a los
objetivos propuestos y la implicación del factor humano en los mismos.
Información
contable y variables ambientales.
Aún
es posible una mayor concreción de los efectos derivados del paradigma
ambientalista sobre la realidad empresarial, pues conducen a una toma de posición
por parte de la empresa ante su entorno ambiental. La
capacidad de la contabilidad para promover o frenar los cambios ha sido
analizada en una extensa literatura (Larrinaga, 1999) que pone de manifiesto su
decisiva influencia en la toma de posición de la empresa ante su entorno
ambiental. Esta toma de posición puede, al menos teóricamente, abarcar desde
la ignorancia total de las variables ambientales hasta su integración, como un
elemento más, en la dirección y gestión empresarial.
Sin
embargo para determinadas variables ambientales, especialmente las que reflejan
impactos sobre el ser humano, no existen criterios de cuantificación
aceptables, objetivos y verificables. Los métodos propuestos a nivel macroeconómico
se basan en la insuficiencia del mercado para valorar los bienes ambientales y
en la consideración de externalidades para determinados efectos sobre el
patrimonio humano.
En
la contabilidad empresarial, el coeficiente homogeneizador de las magnitudes
(sin perjuicio de que se utilicen además indicadores no monetarios) es su
precio o valor de cambio en el mercado. Por tanto, los métodos de valoración
macroeconómica propuestos no pueden adaptarse generalmente a la contabilidad
empresarial. Ante esta situación, las empresas se ven en la disyuntiva de:
·
No informar sobre las variables ambientales que presentan estos problemas
valorativos. Como puede comprobarse en una abundante bibliografía (Larrinaga,
1999), esta posición, lejos de ser neutral, puede ocasionar grandes perjuicios,
tanto a la propia empresa (poniendo en peligro su supervivencia) como a la
sociedad, por agotamiento de los recursos o por efectos irreversibles de gran
magnitud.
·
Informar conforme a lo que la empresa conoce o estima razonablemente.
Esta segunda posibilidad presenta características distintivas en el marco del
Contabilidad de Gestión pues, cuando las variables ambientales son un elemento
más sobre el que tomar decisiones, se precisa información contable acerca del
comportamiento deseado y real de las mismas.
Las exigencias que ponen de manifiesto la necesidad de desarrollar el sistema de gestión ambiental (AECA, 1996) se pueden clasificar en dos niveles:
·
Exigencias externas (inversores, compañías de seguros, proveedores,
clientes, competidores, legislación en vigor, etc.) con frecuencia asociadas a
variables estratégicas exógenas
·
Exigencias internas (responsabilidad social, actividad, localización,
etc.) generalmente vinculadas a variables estratégicas endógenas.
La
legislación ambiental, que desde los años setenta se ha desarrollado con
profusión en los países desarrollados, no siempre cuenta con los mecanismos
adecuados para el control de su cumplimiento. Mientras, determinados grupos de
inversores y mercados de valores requieren cumplimentar una serie de
cuestionarios y protocolos que implican un control considerable y una buena
gestión del comportamiento ambiental de la empresa, a fin de reducir el riesgo.
Además la gestión ambiental puede representar una ventaja competitiva real o
una desventaja competitiva potencial para las empresas (Rodríguez y Ricard,
1998).
Así, desde una posición empresarial en la que se buscaban soluciones concretas para los problemas ambientales críticos, se pasó a la preocupación por cumplir la legislación ambiental en vigor y de ahí a la incorporación de la gestión ambiental en las áreas técnicas. Además, si en cualquier ámbito empresarial la colaboración del factor humano es decisiva, en la gestión ambiental es insustituible, de forma que los cambios estratégicos, tácticos y operativos que comporta sólo tendrán éxito si el personal de la empresa está suficientemente motivado, formado y dispuesto a hacerlos realidad.
El
sistema de gestión ambiental
El
estudio del sistema de gestión ambiental empresarial requiere definir
previamente qué es el medio ambiente, dada la confusión que esta expresión
presenta en la actualidad.
Desde
un punto de vista amplio, el medio ambiente empresarial puede definirse como
(Conesa 1997) el entorno vital o conjunto de factores físico-naturales, estéticos,
culturales, sociales y económicos que interaccionan con la empresa en estudio y
la comunidad en la que se inserta. Es decir, el uso temporal que la empresa en
estudio hace del ámbito espacial que la rodea, incluyendo en dicho espacio la
herencia cultural e histórica.
Por
tanto, el medio ambiente empresarial no es Ecología, o rama de las Ciencias
Biológicas que estudia las relaciones entre los individuos (de cualquier
especie) y su medio ambiente, y tampoco medioambientalismo, o movimiento político
basado en la protección de la naturaleza frente a los efectos negativos que
provoca el ser humano, si bien ambos (ecología y medioambientalismo) pueden
ejercer cierta influencia en la fijación de objetivos empresariales.
Así
entendido el medio ambiente empresarial, las variables ambientales muestran
diferentes estados de las magnitudes relacionadas con el entorno vital de una
empresa determinada, clasificándose en tres grupos (Fernández Cuesta, 1994):
·
Factores naturales de producción, sean éstos materias primas,
combustibles, materiales para mantenimiento, etc, de carácter natural, tanto
renovables como no renovables.
·
Variables de prevención de la contaminación, es decir de la alteración
y degradación de la composición de un medio natural (suelo, agua, atmósfera,
flora y fauna) o cultural, por una modificación cuantitativa de alguno de sus
componentes normales o por una modificación cualitativa con la aparición de
nuevos elementos.
·
Variables de descontaminación y restauración del entorno vital (natural
o cultural), a fin de eliminar, en la medida de lo posible, los daños
ocasionados por la actividad de dicha empresa.
Tradicionalmente
en la gestión empresarial se han tomado en cuenta
el primer tipo de variables ambientales, asimilando los factores
naturales de producción al concepto tierra de la economía clásica, cuando los
mismos presentaban riesgo de agotamiento. A partir de los años setenta han
empezado a incluirse además las variables de descontaminación, diseñando
sistemas de gestión ambiental basados en soluciones fin de línea acordes con
el principio quien contamina paga, a fin de resolver problemas críticos,
internalizando parte de los efectos ambientales ocasionados por la actividad
empresarial tratados hasta entonces como externalidades.
Este
concepto de gestión ambiental empresarial es claramente insuficiente pues el
medio ambiente continua deteriorándose. Pero además, es incompatible con la
identificación de las variables ambientales como variables estratégicas, de
las que depende la supervivencia y la competitividad de la empresa, y con el
proceso de mejora continua. Por ello, desde mediados de los años noventa el
sistema de gestión ambiental empresarial se ha redefinido para integrar todas
las variables ambientales en el sistema de dirección y gestión empresarial,
adoptando como principios básicos los siguientes:
·
Las oportunidades y amenazas de los nuevos escenarios competitivos, de
forma que, además de las magnitudes relacionadas con el entorno vital, el análisis
de las variables ambientales ha de permitir identificar (en el ámbito que nos
ocupa) fortalezas y debilidades en cada empresa concreta ante dichos
escenarios y su posibilidad de modificarlos.
·
La prevención de daños ambientales a fin de, en la medida de lo
posible, evitar las soluciones fin de línea y de internalizar los efectos
ambientales no deseados.
·
La responsabilidad compartida por todos los miembros de la empresa y
otros agentes económicos con ella relacionada.
Planificación
de la gestión ambiental
Como en cualquier otro aspecto de la gestión empresarial, el control económico de la gestión ambiental se inicia con la delimitación de objetivos, el diseño de políticas y su concreción en la planificación estratégica, táctica y operativa, a las que retroalimenta.
En
la gestión ambiental, la proyección de futuro derivada de la política
ambiental seleccionada por la empresa se concreta en el plan de gestión
ambiental, cuyo punto de arranque es el eco-diagnóstico que permite conocer la
situación actual de la empresa respecto a sus variables ambientales y sus
repercusiones sobre la competividad y el riesgo del negocio (Elorriaga, 1993).
A
partir del conocimiento de la situación ofrecido por el ecodiagnóstico, la
empresa está en condiciones de fijar (o revisar) sus objetivos ambientales,
diseñar (o modificar) las políticas y procedimientos que han de guiar su gestión
ambiental y comunicar todo ello internamente, así como de asignar responsables
a todos los niveles, los cuales sugerirán modificaciones o alternativas e
indicarán las necesidades de formación que conllevan y cómo estimular la
participación.
La
planificación ambiental concreta todo lo anterior en intervalos temporales,
destacando por sus peculiaridades la planificación de productos de la cuna a la
tumba, de la tecnología productiva, de los nuevos emplazamientos industriales,
de los materiales y de los efectos ambientales no deseados
La
planificación de productos de la cuna a la tumba incluye todo el ciclo de vida
de cada producto, iniciándose con su diseño y concluyendo con su tratamiento
una vez terminada su vida útil. Supone por tanto tomar en consideración los
deseos y rechazos que el futuro producto puede provocar al considerar el entorno
vital, así como planificar, además de los aspectos tradicionales,
la cantidad de energía y materiales naturales que requiere dicho
producto, el nivel de contaminantes que puede generar al concluir su vida útil
y las actividades para eliminar o reducir y tratar dichos contaminantes.
En
la planificación de la tecnología productiva, es necesario diferenciar entre
las modificaciones parciales de la tecnología en uso y la introducción de una
tecnología completamente nueva para la empresa. En ambos casos han de
considerarse las mejores técnicas disponibles (Best Available Technic BAT)
(Directiva CEE 1996/61 IPPC) y las responsabilidades que pueden derivarse ante
los futuros cambios en el entorno competitivo. Cuando el cambio tecnológico es
parcial habrá de considerarse además su compatibilidad con la tecnología en
uso y que se desea mantener en el horizonte temporal de la planificación.
En
la planificación de nuevos emplazamientos para las plantas industriales, junto
a los elementos tradicionales como características de la población, clima de
negocios de la zona, la tecnología disponible y aplicable, etc., han de tenerse
en cuenta factores como: las condiciones naturales (suelo, subsuelo, aguas,
flora y fauna) y culturales de la zona, la legislación ambiental municipal,
nacional e internacional de aplicación o las posibilidades de la nueva
arquitectura industrial, en cuanto a la minimización del consumo energético, a
la preservación y la conservación ambiental.
La
planificación de materiales depende fundamentalmente del producto a ofertar y
de la tecnología que permite desarrollar el proceso de producción del mismo.
Al incorporar las variables ambientales, dicha planificación viene condicionada
por el riesgo de agotamiento de los recursos naturales no renovables, la
posibilidad de emplear materiales reciclados,
los efectos contaminantes que los materiales pueden generan y el consumo
energético que requieren.
Incluso
cuando el grado de asimilación de la problemática ambiental es máximo, la
empresa suele encontrarse con problemas ambientales, mas o menos graves no
deseados. En la planificación de estos efectos es necesario diferenciar entre
los de carácter reversible, irreversible, acumulativo y retardado, a fin de
delimitar las actividades que permitan reducir su importancia tanto a nivel
global (amenaza para la salud humana, determinadas
especies, etc.) como local (pérdida temporal de imagen, ingresos y/o riqueza
para la empresa).
Presupuestación
de la gestión ambiental
Al
incorporar a la planificación ambiental los medios y su cuantificación
surgen los presupuestos ambientales, cuyos conceptos básicos han de ser
revisados, destacando además por sus peculiaridades, los presupuestos relativos
al inmovilizado material, la eco-innovación, los materiales, los recursos
humanos y actividades específicas como la gestión del medio ambiente interno a
las instalaciones, los efectos no deseados, la gestión de residuos y las
actividades de descontaminación y restauración
Conceptos
básicos
Como
se acaba de indicar, los conceptos que sustentan el proceso de presupuestación
requieren una revisión al establecerse mediante su relación con los recursos
económicos, de los que forman parte los recursos ambientales (Fernández Cuesta
y Arellano Gil, 1995). Los recursos ambientales incluyen los tradicionales
recursos naturales (atributos de la tierra, vivos e inanimados, que el hombre
explota como fuente de alimentos, materias primas y energía), el aire puro y la
naturaleza virgen, así como los atributos que el hombre ha legado para las
generaciones posteriores (diversidad cultural, manifestaciones artísticas,
etc.), diferenciándose entre recursos renovables y no renovables.
Un
recurso natural es renovable cuando su uso (consumo) provoca su destrucción,
pero es posible la regeneración del mismo en un periodo no muy dilatado;
mientras que el recurso natural no renovable es aquel cuyo consumo implica su
destrucción y además no puede regenerarse o, de ser posible, dicha regeneración
requiere un periodo de tiempo inmenso. Nada impide el tratamiento económico de
los recursos naturales no renovables, para los que no existen sustitutivos, a
los atributos que el hombre ha legado para las generaciones posteriores.
Teniendo
en cuenta los recursos ambientales y la diversidad en la doctrina contable, se
definen seguidamente los conceptos de inversión, gasto, pérdida, coste,
ingreso y contingencias ambientales.
Las
inversiones ambientales comprenden el conjunto de recursos ambientales que posee
la empresa en estudio y que utiliza en su actividad económica a fin de obtener
un beneficio. Dichas inversiones pueden ser: inversiones en factores naturales
de producción, propiedad de la empresa, susceptibles de consumo gradual;
inversiones relacionadas con la conservación y el ahorro del consumo de los
recursos ambientales propiedad de la empresa, o bien inversiones relacionadas
con la conservación y el ahorro de los recursos ambientales ajenos o que sólo
parcialmente son propiedad de la empresa.
Los
gastos ambientales se conceptúan como la pérdida de valor de los recursos
ambientales de la empresa, por su transformación en la actividad económica, a
fin de generar nuevos recursos con valor. Cuando estos recursos transformados no
han generado, o no pueden generar, nuevos recursos con valor, su consideración
es la de pérdidas.
En
ocasiones es difícil diferenciar gastos y pérdidas ambientales, dado que una
buena parte de los recursos ambientales tienen un proceso de transformación muy
largo en comparación con los periodos considerados generalmente en la toma de
decisiones empresariales y, en particular, en la elaboración de la información
contable, de ahí la necesidad de adoptar una visión a largo y muy largo plazo.
En estos casos, la diferenciación entre gastos y pérdidas sólo puede
efectuarse a partir de un estudio previo del ciclo de vida completo de los
recursos a transformar y a obtener como consecuencia de dicha transformación.
El
término coste presenta dos acepciones: como criterio valorativo y como
magnitud. Como criterio valorativo, el coste ambiental expresa la valoración de
los recursos ambientales de la empresa, a partir de los principios de sacrificio
y acumulación. Como magnitud, la consideración del coste es diferente en las
doctrinas anglosajona y centroeuropea, de ahí que los costes ambientales
definidos por unos y otros no siempre sean coincidentes:
·
De acuerdo con la doctrina anglosajona, los costes ambientales hacen
referencia a los recursos ambientales utilizados en los procesos económicos.
Estos costes se sitúan entre los costes de transformación,
los costes del periodo o el coste de ventas.
·
En el marco doctrinal centroeuropeo, el coste ambiental se define como el
consumo, necesario y debidamente valorado, de factores de producción
relacionados con:
-
Los
recursos naturales necesarios para la producción.
-
La asimilación por el entorno natural de desechos de las actividades de
producción y consumo
-
El conjunto de bienes y servicios ambientales que se orientan a las
necesidades vitales y de calidad de vida del ser humano
Una
gran parte de los costes ambientales son costes directos de las actividades
propias de la gestión ambiental pero indirectos a los productos y a otros
portadores de costes como centros, pedidos, etc., por ser costes no separables
que afectan a la totalidad de la empresa, es decir a las funciones de
aprovisionamiento, transformación, comercialización, administración, etc. De
ahí que generalmente la selección de un criterio de imputación de los mismos
resulte compleja, y que las propuestas del ABM/ABC/ABB sean especialmente
atractivas.
El
ingreso ambiental hace referencia a los flujos de resultado positivos de la
actividad empresarial con repercusión en el entorno vital de la empresa,
siempre y cuando dichos flujos se internalicen.
Las
contingencias ambientales se relacionan directamente con el riesgo ambiental.
Para afrontar dichos riesgos son posibles las alternativas siguientes:
·
Eliminarlos, rechazando determinados procesos o
productos por el elevado riesgo (ambiental y económico) que suponen
·
Transferirlos,
por ejemplo mediante la suscripción de un seguro de responsabilidad civil
ambiental
·
Asumirlos,
mediante su correspondiente autoseguro
·
Reducirlos,
combinando las alternativas anteriores
Su tratamiento contable como gasto, contingencia o, una vez ocurrido el siniestro, pérdida depende de la alternativa seleccionada (IASC, 1998).
Presupuestación
de inversiones ambientales
El
presupuesto de inversiones ambientales en inmovilizados materiales, se suele ver
directamente afectado por los cambios que tienen lugar en la legislación
ambiental durante su vida útil, obligando a modificarla o a introducir
ampliaciones y mejoras en las inversiones inicialmente presupuestadas.
En
este último caso, los criterios tradicionales de activación (es decir, aumento
de la capacidad de producción, de productividad o de vida útil) son
manifiestamente insuficientes (FASB, 1990), porque prescinden de las inversiones
a realizar cuya finalidad es:
·
Reducir o imposibilitar la contaminación futura
·
Preparar un inmovilizado para su venta
·
Alcanzar un ahorro de costes futuro, por disminución del consumo de
materias primas, combustibles o de energía, o por generación de menor cantidad
o menor peligrosidad de contaminantes
De ahí que las normas contables deban modificarse a fin de permitir activar los costes vinculados a estas causas en la medida que se correlacionen con los ingresos futuros (Giner, 1992; González Pascual, 1997).
En
la I+D relacionada con el medio ambiente concurren expertos de
disciplinas muy variadas y presenta una asignación de costes entre
diferentes programas generalmente muy compleja, siendo ésta una de las
principales dificultades técnicas del proceso presupuestario de la gestión
medio ambiental.
Aunque
los beneficios de la eco-innovación pueden ser considerables (Ripol y Crespo,
1994), especialmente por el crecimiento de mercados que puede promover tanto a
corto como a medio y largo plazo, el coste y el riesgo de fracaso en
las actividades de I+D ambientales suelen ser elevados (Fussler y James,
1999). Para diluir ambos se puede acudir a acuerdos temporales, que habrán de
presupuestarse, de acuerdo con el método del contrato cumplido o con el método
de porcentaje de obra realizada (Cañibano, 1998), con competidores,
proveedores, clientes, Universidades y otros organismos de investigación
Presupuestación
de materiales
Las
dificultades mas relevantes en la elaboración de los programas y presupuestos
operativos de materiales tienen lugar ante los materiales naturales, energéticos
y reciclados. La variabilidad y la falta de estandarización de algunos
materiales naturales tradicionalmente ha conllevado a utilizar estándares estadísticos,
en los que se combinan la naturaleza, calidad, dimensiones, etc., tanto de los
materiales como de los productos.
A
este planteamiento ha de incorporarse el coste de eliminación de los residuos
que se generaran y el coste estimado para los recursos que, por carecer de
precio de mercado, se han tratado tradicionalmente como ilimitados y gestionado
de acuerdo con el Engaño McNamara, es decir considerando como
beneficios los costes derivados de su agotamiento (Gray, 1990). Dicho
coste de agotamiento ha de estimarse en función del deterioro, disminución y
reserva disponible del recurso, así como de la posibilidad de recursos
sustitutivos, siendo como mínimo el coste derivado del cumplimiento de la
legislación en vigor.
La
presupuestación de materiales energéticos (combustibles, materiales para el
mantenimiento, etc.) está supeditada a:
·
Los condicionantes tecnológicos, productivos y de seguridad
·
Los procedimientos de ahorro energético
·
La legislación en vigor, que prima actualmente el consumo de los
materiales y las fuentes de energía menos contaminantes.
El
material reciclado es aquel material que, sometido a un determinado proceso de
transformación es susceptible de nueva reutilización interna o de venta a
terceros, bien para un uso similar al inicial o totalmente diferente. Su
presupuestación depende del interés que los reciclados tienen para cada
empresa concreta, bien por permitir (para una calidad previamente fijada del
producto) disminuir la cantidad de materiales y energía a consumir o su coste
unitario, por reducir la cantidad y/o peligrosidad de los residuos, vertidos y
emisiones que se generan, o bien porque los clientes actuales y potenciales
exigen este tipo de material.
Presupuestación
del medio ambiente interno: factor humano
El
conjunto de las actividades que comporta la gestión del medio ambiente interno
a las instalaciones tiene por objeto reducir los riesgos de accidentes e
incidentes y garantizar, en la medida de lo posible, la seguridad de las
instalaciones.
Por
su repercusión sobre el factor humano, éste ocupa una posición prioritaria en
su presupuestación, vinculándose las variables presupuestarias más
significativas a la prevención y la investigación de accidentes e incidentes y a los planes
de emergencia, siendo esenciales aspectos como:
la organización
y política de empresa, la
interacción operario-proceso, el
diseño de tareas y organización de trabajos,
el lugar y ambiente de trabajo, la formación del personal, o los
procedimientos claros y concretos, periódicamente revisados, en los que se
identifican los de carácter crítico y las actuaciones derivadas del
plan de emergencia. De ahí que las actividades, además de las tradicionales, a
presupuestar se clasifiquen en tres tipos:
·
Prevención de accidentes: actividades de motivación y formación del
personal en materia de seguridad e higiene en el trabajo, inspecciones de
seguridad, actividades de protección personal, evaluación y señalización de
riesgos, etc.
·
Investigación de accidentes e incidentes: actividades relacionadas con
la investigación de las causas de lesiones, enfermedades profesionales,
incendios, daños materiales, etc.
·
Planes de emergencia: actividades de primeros auxilios, control de
lesiones, control de deterioros en equipos, materiales y entorno, puesta en
marcha de diversas medidas médicas y técnicas de emergencia, etc.
Efectos
no deseados
Su presupuestación depende del carácter reversible, irreversible, acumulativo y retardado de dichos efectos (Fernández Cuesta, 1992):
·
En la presupuestación de actividades con efectos reversibles han de
estimarse los costes de descontaminación y restauración que permiten recuperar
el entorno natural en condiciones aceptables, a los que posteriormente nos
referiremos.
·
Cuando se producen efectos irreversibles, la empresa se puede enfrentar
con el agotamiento de ciertos recursos y, en casos extremos, con catástrofes
ecológicas que generalmente también son económicas. Si la empresa decide
emprender estas actividades de alto riesgo ha de incluir, cuando es posible, en
sus presupuestos operativos una prima de seguro que le permita hacer frente a
dicho riesgo. Como actualmente las compañías de seguro y reaseguro sólo
cubren parcialmente estos riesgos, las pólizas de seguro deben combinarse con
un autoseguro para las responsabilidades que de ellos puedan derivarse.
·
En cuanto a los efectos retardados y acumulativos, su presupuestación
será análoga a la de los efectos reversibles o irreversibles, añadiéndose la
posibilidad de que los costes de descontaminación y restauración sean
compartidos con otras entidades.
Gestión
de residuos
Ante
la diversidad de conceptos técnicos, jurídicos y económicos que presentan los
residuos, una gestión integral de los mismos requiere, en primer lugar,
definirlos y clasificarlos adecuadamente.
El
residuo empresarial puede definirse como cualquier
bien obtenido por descomposición, destrucción o pérdida de cualidades de
cualquier factor material o producto, susceptible de contaminar el medio suelo
(Fernández Cuesta, 1997).
Cuando
los criterios de valoración de los residuos llevan al extremo las alternativas tradicionales de capacidad de absorción de
costes en función de su valor potencial de venta (es decir coste cero o coste
igual a valor realizable), el control se dificulta considerablemente por no
identificar el coste de los residuos de acuerdo con su proceso de generación,
transferencia y evacuación, siendo criterios de valoración
no recomendables si la asignación de responsabilidades sobre la gestión
de residuos requiere una información contable detallada.
Cuando
la valoración de los residuos se realiza a partir del conjunto de actividades
ocasionadas por los mismos, se incluyen los costes vinculados a su generación,
transferencia y evacuación, dependiendo de las actividades de gestión
de residuos que desarrolle la empresa en estudio.
Sólo
en este último caso tienen significado las desviaciones técnicas y económicas
ocasionadas por los residuos, siendo máximo el grado de control sobre los
mismos y su gestión, procediendo las dificultades generalmente del control de
las actividades de compartidas con otras entidades y de las actividades de
descontaminación y restauración. Para resolver dichas dificultades nuevamente
habrá de acudirse al análisis del ciclo de vida y a la planificación de la
cuna a la tumba de los productos, con independencia de los periodos en que se
alcanzan los objetivos ambientales.
Descontaminación
y restauración
Las
actividades de descontaminación y restauración del entorno ambiental tienen
por objeto eliminar los efectos ambientales negativos ocasionados por los
procesos de aprovisionamiento y consumo de materiales, y de transformación,
distribución y (cuando es posible) consumo de los productos.
En
su presupuestación (Fernández Cuesta, 1994) es necesario diferenciar entre los
efectos de carácter irreversible, reversible, acumulativo y retardado,
presentando una enorme variedad en función de los diferentes sectores de
actividad y, en ocasiones, un elevado grado de incertidumbre tanto en relación
a los propios efectos como a las actividades a desarrollar para paliarlos.
Esta situación da lugar a que la presupuestación de las
actividades de descontaminación y restauración presente las peculiaridades
siguientes:
·
Generalmente, como ya se ha indicado, los costes de descontaminación y
restauración afectan al aprovisionamiento, transformación y distribución de
todos los productos, obedeciendo a un plan de descontaminación y restauración
global y gradual y, por tanto, se tratará habitualmente de costes no
separables.
·
El periodo en que se ocasiona el efecto contaminante, se contrae el coste
y se logra la descontaminación y restauración no suele ser el mismo, lo cual
requiere:
-
Diferenciar entre costes y pérdidas, según que la actividad de
descontaminación y restauración sea ordinaria, por tanto, asignable a los
productos en un sistema de coste completo, o extraordinaria, en cuyo caso
repercutirá exclusivamente sobre los resultados.
-
Tener en cuenta que en ningún caso puede incluirse en la valoración de
una actividad, o de un producto, un coste que no ha generado.
Por
tanto, sólo puede ser asignable el coste de descontaminación y restauración
ocasionado por actividades ordinarias, establecido a partir de experiencias
pasadas, de datos presupuestados o reales del periodo, mientras que los consumos
debidos a actividades ilícitas o a catástrofes deben tratarse como pérdidas
en todo caso.
Control
a posteriori de la gestión ambiental
Para
el control a posteriori de la gestión ambiental se requiere combinar las
herramientas tradicionales del control presupuestario con otros indicadores,
tanto monetarios como no monetarios, y con la auditoría de gestión ambiental.
El
cálculo y análisis de desviaciones tradicional presenta una gran utilidad para
el control del consumo de materiales (naturales, próximos al agotamiento, energéticos
y reciclados), las condiciones ambientales internas a la instalaciones y su
repercusión sobre los trabajadores y los costes derivados de accidentes.
Sin
embargo es insuficiente cuando se desean controlar las actividades de prevención
(en particular de reducción del consumo energético o de materiales más
contaminantes y de minimización de residuos) y de descontaminación, dado que
el objeto del esta parte del control presupuestario no es la obtención de
ventajas competitivas, ni la mejora continua, ni tampoco la eliminación de
efectos ambientales no deseados.
Además,
dado que los costes derivados de la gestión ambiental tienden a diluirse entre
todo tipo de costes indirectos, el control se dificulta aún más. De ahí que
se requieran mecanismos de control adicionales, entre los que destacan:
·
Los sistemas de indicadores de control, en particular, el cuadro de mando
·
El análisis comparativo interempresarial, sobre todo entre las empresas
de un mismo sector, dado que la problemática ambiental presenta grandes
divergencias de unos sectores a otros.
·
La eco-auditoría de gestión
En
el diseño de los cuadros de mando y la puesta en práctica del benchmarking,
los indicadores generales (AECA, 1996) suelen permitir identificar las
principales fortalezas y debilidades de la empresa en este ámbito pero no las
causas primarias de las mismas, requiriendo indicadores (monetarios y no
monetarios) adaptados a las peculiaridades de diversas actividades ambientales.
Estos últimos hacen referencia a:
·
El consumo energético y de materiales potencialmente contaminantes
·
La minimización y gestión de residuos
·
La prevención, descontaminación y restauración de suelos
·
La prevención y gestión de efluentes y vertidos
·
La prevención de la contaminación atmosférica y la gestión de
sustancias contaminantes
·
La prevención de la contaminación por contaminantes de todos los medios
(ruido, radiaciones, olores, electromagnetismo, etc)
Por último, el sistema de
control de la gestión ambiental se complementa con la eco-auditoría interna,
entendida como una parte de la auditoría de gestión, al objeto de facilitar la
mejora continua de la gestión ambiental (Tejada, 1999).
Conclusiones
Cuando
las variables ambientales son a la vez variables estratégicas, demandan un
Sistema de Gestión Ambiental cuyo éxito depende del sistema de información
que lo sustenta. La Contabilidad de Gestión cuenta con una metodología y unos
instrumentos adecuados para proporcionar información económica, de carácter
estratégico, en el proceso de control, tanto a priori como a posteriori, del
sistema de gestión ambiental.
Para
ello, se han revisado algunos conceptos básicos, complementándolos con las
aportaciones de otras disciplinas en materia ambiental y las nuevas filosofías
contables, en particular las basadas en la productividad de los recursos, el
funcionamiento en equipo, la mejora continua y desarrollo tecnológico, la
creación de oportunidades y la dirección por anticipación, los procesos
empresariales competitivamente decisivos y el rendimiento comparativo con otras
empresas.
Las
investigaciones a realizar en el futuro sobre la aplicación de la Contabilidad
de Gestióna la dirección y gestión ambiental empresarial, necesariamente habrán
de orientarse hacia el análisis del valor que generan las actividades
ambientales para la organización y sus partícipes clave y el papel de la
normalización de la Contabilidad Ambiental para impulsar cambios organizativos
y para identificar y tratar económicamente
los de riesgos ambientales.
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