LOS
COSTES COMO
FACTOR COMPETITIVO
EN LAS
Jose
Mario Alvarez de Novales
(Diario
Cinco Días: 22 de Septiembre de 1995)
De los tres ejes de la competencia, Calidad, Plazo y Precio, éste último
factor es
De cara a competir en
precios, tradicionalmente se ha buscado la eficiencia en los costes a través de
las Economías de Escala en el uso de los Recursos. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que estos recursos no son sino un último paso en base a unas
decisiones previamente adoptadas mediante un proceso lógico. (Ver Figura 1).
La selección de los mercados (clientes - necesidades - lugares)
condiciona los Productos a desarrollar para satisfacer sus necesidades.
A su vez, el diseño condiciona los Procesos, y éstos los recursos.
Muchas veces los errores en el planteamiento inicial conducen a poner parches en
forma de servicios posventa que, erróneamente, se consideran valorados
positivamente por el cliente, cuando la realidad es que éste prefiere que el
producto sea completo, eterno, indestructible, fácil de manejar y de instalar,
etc. Los japoneses son conscientes
de este fenómeno, por lo que gradúan su esfuerzo estratégico de forma inversa
a la nuestra. (Ver Figura 2).
Se trata así de invertir al principio para ahorrar en el futuro, cuando
las inversiones necesarias para corregir los errores son ya demasiado grandes.
Si bien todas las empresas compiten en costes, no es cierta la afirmación
de que un posicionamiento diferenciado libra a una empresa de vigilar estos
aspectos. Sí es verdad que hay unos segmentos de clientes mas sensibles a los
precios que otros. Por ello, el
primer paso consiste en seleccionar grupos de clientes que sean atraídos por
los precios ajustados, pero cuyo volumen permita alcanzar economías de escala o
de alcance u otras ventajas en costes. No se trata de desarrollar productos tan
básicos que no atraigan más que al segmento mas bajo del mercado y por ello no
sean rentables. Se trata usualmente
de ofrecer el producto necesitado por la mayoría del mercado.
Adicionalmente, debe pensarse también en los lugares en donde se
encuentran nuestros clientes. ¿Es rentable satisfacer a un reducido grupo de
clientes en un lugar apartado?.
Por otra parte, el Producto o Servicio se diseñará prestando atención
a las necesidades expresadas por los clientes con la intensidad marcada por
estos en los Análisis de Valor. Estos
Análisis de Valor nos indicarán cuanto está dispuesto a pagar el cliente por
cada cosa. Suponiendo que se trate
de un coche: ¿En cuanto se valora poder transportar 3, 4, 5, 6 ... personas?.
¿En cuanto 2, 3, 4, 5 bultos?. Se prescindirá así de dotar al producto de
elementos superfluos. Es probablemente el paso mas peligroso, por las asunciones
culturales que se hacen. Siempre se ha pensado que un coche debe tener 5 plazas
y se corre el riesgo de no preguntarle al cliente si es la mejor forma de
resolver su problema. La mayoría
de los clientes no quieren realmente los coches por sí mismos, sino estar allí
donde le requieren las circunstancias en el menor plazo de tiempo, acompañado
de quienes desea y con las cosas que necesita
No es cierto que los clientes demanden un producto, lo que desean es
resolver su problema de forma rápida y al menor coste.
Si se precisaran dos o mas productos o servicios simultáneamente para
lograr la satisfacción del cliente, se buscará encontrar el que sea mas
adecuado a nuestros objetivos de liderazgo en costes a largo plazo, teniendo en
cuenta el desequilibrio relativo en la percepción del cliente entre lo aportado
por cada uno y la variación de dicha percepción en el tiempo.
No debe olvidarse que, siguiendo las normas de producto mas avanzadas, el
compromiso de una empresa con el producto o servicio vendido incluye en algunos
países, y seguramente pronto en toda la Unión Europea, su obligación de
reciclarlo cuando el cliente prescinda de él, al igual que se debe hacer con
los envases. ¿Cual es el coste aplazado en las garantías de producto o en los
desguaces?. ¿No podría haberse evitado el problema con un buen diseño desde
el principio?.
Una vez definido el producto, se crea desplegando sus atributos mediante
procesos diseñados de forma adecuada al volumen de trabajo y sus características.
Por último, se seleccionan los Recursos necesarios en cada actividad del
Proceso. La elección de la
tecnología elegida suele ser condicionada por la Calidad, el Volumen y los
plazos de entrega (Velocidad de Producción). Debe huirse del cambio tecnológico
frecuente, pues adecuar los costes al volumen actual puede hacernos ineficientes
en el futuro. Otros costes a tener
en cuenta son los derivados del mantenimiento, muchas veces ocultos en las
decisiones de inversión.
En cada Actividad se ha de ver la conveniencia de integrarnos, según sea
clave, o no, para el valor aportado por el Producto, existan excesos de
capacidad en posibles proveedores, etc.
En el caso de orientarse por una fuente externa, habrán de analizarse
los costes de coordinación y los de colaboración versus los ocultos detrás de
una política de presión constante al proveedor. Hay veces que es mas barato
colaborar que presionar.
También se deberá analizar donde ubicar las actividades. Muchos errores
se producen al mirar únicamente el espejismo de la mano de obra barata o de las
ayudas fiscales. El factor espacial es el origen de retrasos en las entregas,
costes de transporte, existencias de almacenes reguladores, etc. Los algoritmos
de ubicación de actividades son poco usados, pues se tiende a ampliar la sede
central cuya situación, muchas veces, no es racional y sólo responde a causas
históricas.
Evidentemente, no debe desdeñarse analizar el aprovisionamiento de
cualquier recurso necesario (materias primas, maquinarias, recursos financieros,
etc), incluyendo los humanos. Lamentablemente
muchas empresas miran únicamente los costes directos de las actividades
comerciales y de producción del bien o servicio. ¿Que hay de los gastos del
cuartel general?. ¿Son verdaderamente justificables por razón de imagen?. ¿El
cliente es sensible a ellos?.
Por otra parte, si se decide realizar alguna actividad se debe
reflexionar sobre cuales son los costes que se impone a la Sociedad por las
actividades contaminantes o nocivas. ¿Hay seguridad de que no se impondrá a la
empresa resolver esos problemas con un elevado coste mas una sanción?. ¿Que
ocurre con el coste de las infraestructuras?. ¿Eliminarán las subvenciones o
establecerán impuestos nuevos en el transporte o las comunicaciones?.
Hasta este momento, no se puede hablar de ratios. Desgraciadamente en
nuestra cultura se ha impuesto la irraccionalidad del ratio. Por ello se dice
que la productividad por empleado es baja. Pero para llegar a este punto, al que
desgraciadamente en muchas ocasiones se llega, hay que pasar por el examen
estratégico. ¿Son ineficientes los trabajadores o se está atendiendo a
segmentos no rentables?. ¿Sobra gente o el producto no satisface a los clientes
y contiene multitud de elementos superfluos?. ¿Se debe despedir a algunos
empleados o acaso no se han diseñado bien los procesos ni seleccionado
correctamente los recursos?. Sólo después de optimizar los primeros pasos se
puede ajustar el último eslabón.
Y siempre se debe de recordar que es un proceso dinámico que requiere
usar todos los cerebros al alcance, especialmente los de los clientes y los
empleados.