LOS COSTES DE CALIDAD EN LA EMPRESA
Oriol
Amat Salas
(Diario
Cinco Días: 20 de Mayo de 1995)
El entorno
competitivo actual exige a las empresas de todos los sectores de actividad un
esfuerzo constante de mejora en muchos frentes.
Entre estos cabe mencionar el rediseño de procesos, la mejora de la
productividad, la reducción de costes y la consecución de una buena calidad
para mejorar la satisfacción de los clientes.
Estos esfuerzos implican reconocer que la única forma de mantenerse y
prosperar es ofreciendo mejores productos y servicios, desde la perspectiva de
los clientes, al menor coste posible. Como
consecuencia de ello, muchas empresas están implantando programas de mejora de
calidad o de calidad total.
La calidad total es un estilo de gestión, que afecta a todos los
colaboradores de la empresa, y que persigue producir al menor coste posible
productos o servicios que satisfacen las necesidades de los clientes y que
simultáneamente logra la máxima motivación y satisfacción de los empleados.
Esta definición engloba los principales objetivos de la calidad total, mínimo
coste y máxima satisfacción, tanto de clientes como de empleados.
En un sentido más amplio este estilo de gestión también debe optimizar
las relaciones con otros agentes tales como proveedores, por ejemplo.
En esta línea puede afirmarse que la calidad total se basa en la
participación de todos sus miembros y que busca la rentabilidad a largo plazo a
través de la satisfacción del cliente; y proporcionando beneficios a todos los
colaboradores de la empresa y a la sociedad.
El interés por esta temática no es una moda pasajera y, prueba de ello,
es que aquellos países que fueron pioneros en la orientación hacía la calidad
total, hace algunas décadas, continúan demostrando la actualidad creciente de
la misma. De hecho,
una buena parte de las empresas de cualquier país están considerando
como una necesidad ineludible la consecución de la certificación de sus
sistemas de calidad desde el diseño, desarrollo, producción, instalación y
servicio post-venta, en el caso más amplio según las normas internacionales de
la serie ISO 9000 (ISO: International Organization for Standardization).
El cálculo de los costes de calidad y de los costes de los fallos
permite evaluar los programas llevados a cabo en la empresa en este terreno.
La Comisión de Contabilidad de Gestión de la Asociación Española de
Contabilidad y Administración de Empresas (AECA) ha estado trabajando
recientemente en un Documento que lleva por título "Costes de
Calidad". Este artículo
recoge algunos de los aspectos introductorios del citado Documento, así como
las Ponencias "Costes de calidad y de no calidad: situación actual en España"
presentadas en el último Congreso de AECA y en el próximo congreso de la AECC
(Asociación Española para la Calidad). Estas
Ponencias informan de las conclusiones de una encuesta realizada a un millar de
empresas españolas, que se resumen en las figuras 1 y 2.
Cálculo de costes de calidad y de fallos
Los denominados costes de calidad incluyen los costes de prevención y de
evaluación. Por prevención se
entiende el conjunto de actividades desarrolladas para conseguir el nivel de
calidad deseado. Estas incluyen la formación, el plan de implantación de la
calidad total, los círculos de calidad, los sistemas de sugerencias, etc.
En cambio, por evaluación se entiende el conjunto de actividades
encaminadas a medir el nivel de calidad alcanzado, Entre estas destacan las
auditorías coste calidad, las inspecciones y los controles de calidad.
Los costes de fallos, también denominados costes de no calidad o de no
conformidad, recogen el perjuicio que genera en la empresa la no consecución de
la calidad deseada. Los costes de fallos típicos son los reprocesos, los
desperdicios, los accidentes, las indemnizaciones y garantías a satisfacer a
clientes, etc.
Como se comprueba en la figura 1, el 9% de las empresas encuestadas
calcula este tipo de costes. Estas empresas representan el 31% de las que han
implantado programas de calidad total.
Figura
1
Cálculo
de costes de calidad y de calidad (datos en porcentales) Existe
un sistema de cálculo de costes de calidad y no calidad?
SI:
9% NO:
91% Si se ha implantado un programa de calidad total; ¿se calculan costes de
calidad y no calidad?
SI: 31% NO:
69% Si se calculan costes de calidad y de no calidad: ¿la utilidad de la
información obtenida compensa el coste incurrido para obtenerla?
SI:
92% NO: 8% |
Importancia de
los costes de calidad
Los costes de calidad y de fallos varían según el sector en el que
opera la empresa. En la Figura 2 se acompañan los promedios de los sectores en
los que se ha obtenido datos de más de tres empresas.
Como se puede observar, en dicha figura los costes van desde el 0,9%
(sobre ventas) de las entidades de crédito hasta el 3,1% de los hoteles.
La medía aritmética de las empresas que facilitaron esta información a
través de la encuesta es del 2,1%. La
interpretación de estos datos hay que hacerla con mucha precaución ya que en
la mayoría de sectores se disponía de la información de un número bastante
reducido de empresas. Además, con
toda seguridad los sistemas de cálculo de estos costes difieren mucho de unas
empresas a otras, por lo que los datos pueden ser no homogéneos.
Habitualmente,
los costes de fallos tienen tendencia a reducirse a medida que la empresa va
invirtiendo en la implantación de un programa de calidad total. Esto es lógico ya que si los costes de calidad (prevención
y evaluación) son eficientes deben traducirse en menores fallos.
Cálculo
de los costes de fallos
Los
costes de los fallos pueden dividirse en tangibles e intangibles.
Los primeros (desperdicios, reprocesos, garantías, indemnizaciones,
etc.) son los que se calculan de forma objetiva y normalmente van acompañados
de un desembolso en efectivo por parte de la empresa que los genera.
Nos estamos refiriendo básicamente al coste de mano de obra o de materia
prima en el que hay que incurrir como consecuencia del fallo.
Los costes intangibles, también denominados "costes
escondidos", son los que deben calcularse con criterios esencialmente
subjetivos. Los costes intangibles
más comunes son consecuencia de la pérdida de imagen de la empresa a causa del
impacto de los fallos en los clientes.
Otro
coste intangible típico es el generado por la desmotivación de la plantilla.
La estimación de la pérdida de ventas por la mala imagen que provocan
los fallos, se puede hacer a partir de encuestas como la que hizo Peugeot hace
unos años. A modo de muestra se
puede citar que según esta empresa, un cliente insatisfecho significa 23 no
clientes.
De
acuerdo con los datos que se incluyen en la figura 2, los costes de no calidad
de las empresas que han facilitado esta información van desde el 0,7% (sobre
total ingresos) de las entidades de crédito hasta el 4,7% de las empresas del
sector del metal. El valor medio
para todas estas empresas asciende al 2,4%.
Para
analizar la evolución de los costes de calidad y de fallos, no sólo se pueden
calcular en base histórica sino que también se pueden presupuestar para
examinar las desviaciones entre la previsión y la realidad de cada tipo de
coste.
Los
sectores más propensos a calcular los costes de calidad y de fallos son el
automóvil y su industria auxiliar, farmacia, electricidad, electrónica, químico,
textil, entidades de crédito, compañías aseguradoras y hoteles.
Las
empresas consultadas han informado que el cálculo de estos costes ayuda a
reducirlos. Esta opinión coincide
con la impresión de que para reducir costes lo primero que debe hacerse es
medirlos. También consideran que
con esta información el departamento de calidad puede priorizar sus acciones
hacia aquellas áreas de la empresa en las que se producen mayores fallos.