LOS SISTEMAS DE COSTES EN EL SECTOR DE TELECOMUNICACIONES
Jesús Cabrera de la Iglesia
Director
del Departamento de Estudios Económicos
de
Telefónica de España S.A.
1.
PROBLEMÁTICA DE LA DEFINICIÓN DEL SISTEMA
DE COSTES DE UNA EMPRESA
1.1. El
sistema de costes como concepción empresarial
El "sistema de costes" de una empresa es algo más que la mera
disposición de un sistema ordenado de cuentas para reflejar las relaciones de
entradas y salidas de los flujos de valor entre los diversos centros de
producción que configuran la empresa y las de estos con relación al mundo
exterior.
Cuando una empresa aborda inteligentemente la definición de su propio
sistema de costes, con voluntad de que el mismo sea una herramienta útil para
mejorar la optimización de la gestión en términos de eficiencia, los gestores
de tal empresa deben ser conscientes de que están ante un reto de
autodefinición de la concepción colectiva del negocio.
Se trata precisamente del ordenamiento de los cauces a través de
los cuales se pretende que sus propios esfuerzos (costes) alcancen la
condición de productos realizados en el mercado (ingresos).
Además de esto, que ya tiene una enorme carga de dificultad-riesgo, la
concepción, que habrán de concretar, ha de tener la característica de ser
asumida colectivamente por todos los responsables de la gestión, de forma
interiorizada, al modo que lo hacen las "instituciones" en sociología,
como algo que todos o la mayoría asume, sin que nadie lo imponga.
A su vez, esa concepción colectiva de los procesos productivos que se
desarrollan en el seno de la empresa, y que es la esencia de la definición de
su sistema de costes, deberá ser susceptible de ordenamiento contable y
compatible con los sistemas de información que existan o hayan de existir en la
empresa, sin añadir esfuerzos excesivos de información sobre las fases del
proceso productivo.
Por último, esta transformación del sistema de costes en un sistema de
cuentas, conlleva algo que es peculiar a todo sistema de contabilización: su
carácter de auditable. Aun cuando
la auditoría no sea obligada ante terceros, ya que las contabilidades internas
no suelen estar sometidas a esta imposición, la característica de auditable, y
por tanto de consistente en el mantenimiento y evolución de sus criterios de
valoración e imputación a lo largo del tiempo, también debe serle exigida
desde el punto de la operatividad interna.
En resumen, antes de entrar en las dificultades prácticas que comporta
la definición del sistema de costes de una empresa, podríamos esquematizar las
citadas características, que debe de tener:
- Es una concepción descriptiva de las interrelaciones de valor en el
proceso productivo.
- Útil para la gestión:
* Resalta la eficiencia alcanzada en cada caso.
* Asocia esfuerzos productivos (costes) a ventas (ingresos).
- La concepción se institucionaliza:
* Interiorizada por los responsables de la gestión.
* Resulta ser una concepción subjetiva de la empresa en la que ésta
"se la juega".
- Susceptible de generar un sistema contable:
* Compatible con los sistemas de información
* Minimizando los esfuerzos de información
* Y es auditable, aun cuando no haya de ser auditada.
La mayor dificultad práctica, para institucionalizar la definición del
sistema de costes en una empresa, radica en hacer comprender a los responsables
de la gestión, a todos ellos, la importancia del riesgo que corre la empresa en
algo que, en principio les propone como un sistema formal, teórico, poco práctico,
que perderá la mayor parte de su virtualidad si no es plenamente asumido por
ellos.
Un sencillo ejemplo puede ayudar a entender la importancia práctica de
lo que debe representar en una empresa el sistema de costes.
"Dos empresas A y B decidieron entrar simultáneamente en un mercado
nuevo para ambas, con una línea de productos idéntica en ambos casos y que
les exigía, también a las dos, abrir un nuevo establecimiento alejado de sus
otras sedes. Todo lo hicieron de
forma muy parecida de tal modo que el coste de los locales, inversión en
equipos, personal contratado, etc. resultó ser prácticamente idéntico. Para que el caso resulte todavía mas fácil de analizar,
sabemos también que durante los tres primeros años, vendieron aproximadamente
las mismas unidades del producto y al mismo precio, ya que se trataba de un
mercado muy competitivo, en condiciones muy transparentes y con un gran número
de oferentes.
Al cabo de los dichos tres años el Gerente de la Empresa A comunicó a
su Consejo de Administración la propuesta de liquidación de tal
establecimiento, en vista de que la evolución de los precios en el mercado le
hacía prever que, el escaso margen de beneficio alcanzado el último año, se
transformaría en negativo en el siguiente y sucesivos.
Al mismo tiempo, sometía a decisión del Consejo un hábil plan de
liquidación por el cual se integraría una parte de la plantilla en otros
establecimientos de la empresa. A
su vez, el despido en condiciones no muy gravosas del resto de la plantilla ya
se había pactado con el sindicato más representativo. Y, por último, un
plan bastante razonable de venta, realizando ciertas plusvalías, del solar y
del edificio donde estaba ubicado el establecimiento, permitiría que toda la
operación de liquidación arrojará un saldo positivo en la cuenta de
resultados del ejercicio, ahorrándose así las muy probables pérdidas de continuar
en la actividad.
Para terminar la historia, únicamente diremos que la Empresa B aumentó,
el cuarto año, su cuota de participación en el mercado, el establecimiento
en cuestión logró una pequeña aportación positiva a su cuenta de
resultados, que fué creciendo en años sucesivos con el lanzamiento de nuevos
productos dentro de la misma línea de negocio y, finalmente varios años después,
era el líder del mercado en tal línea de negocio, habiendo gravitado la
mayor parte de la actividad de la Empresa B en esa dirección”.
El ejemplo no es un caso real, ya que resultaría muy difícil contrastar
empíricamente las estrictas condiciones de semejanza entre los nuevos
establecimientos de ambas empresas pero, por lo demás, el planteamiento sería
fácilmente identificable con multitud de reales. Lo que a nuestro propósito
interesa destacar es que, en condiciones reales idénticas, ambas empresas
tomaron decisiones diametralmente opuestas, y ello podría deberse
exclusivamente a una concepción distinta de un mismo proceso productivo, o
sea de su Sistema de Costes.
Imaginemos que, tratando de concebir sus respectivos Sistemas de Costes,
después de darle muchas vueltas a la cuestión en ambas empresas, en el seno
de la Empresa A decidieron que el 10% del coste de la plantilla no era imputable
al proceso de producción de la primera gama de productos que lanzaran al
mercado, aunque sí lo sería a la línea de productos cuando esta se
desarrollara plenamente. Por otro lado, en la Empresa B, llegaron a idéntica conclusión
y por las mismas razones, pero referida al 20% de los costes de plantilla.
Esto bastaría para justificar la diferente cuantificación de la aportación
al margen del establecimiento y la razonable propuesta de liquidación del
mismo por parte del Gerente de la Empresa A. Triste "buena decisión"
para los accionistas, suponemos, pero al fin y al cabo, una razonable decisión
desde el punto de vista de los criterios que habían adoptado.
No queremos abundar más en el ejemplo, que así formulado no dará
cuenta de la multitud de matices que podría alcanzar, pero es suficiente para
ilustrar que concepciones diferentes de un mismo proceso productivo pueden
conducir a cuantificaciones muy diferentes de las aportaciones al margen de los
distintos productos que realiza una empresa y a decisiones de gestión, todas
ellas razonables en los términos en que se plantean, pero con muy diferentes
resultados prácticos para la Empresa. Por
ello, podemos decir, coloquialmente, que en la definición de su Sistema de
Costes cada empresa "se la juega".
Ciertamente, la empresa se juega en ello mucho más que el alcance de tal
o cual decisión de gestión concreta, se juega el sentido que informa todas
las decisiones tendentes a maximizar su eficiencia empresarial.
Desde este punto de vista, el Sistema de Costes es la explicitación, en
cada caso particular, del clásico esquema divulgado por C. Marx: Dinero
-Mercancía - Dinero (D-M-D), en tanto que permitirá asociar, cada acto o
decisión de invertir o gastar en recursos productivos, con los otros actos o
decisiones subsiguientes que procuran la realización en el mercado de la
mercancía producida.
1.2. El sistema de costes y la contabilidad de gestión en las empresas
El planteamiento resulta igualmente vigente, tanto para una concepción
tradicional del comercio o de la industria transformadora, como para las más
modernas concepciones de los negocios con estrategias corporativas muy
complejas y apoyadas en una intensiva globalización de los mercados y
poderosos recursos financieros y de marketing tanto institucional, como de
producto.
La diferencia entre unas y otras formas de concebir los negocios,
-tradicionales y modernas- abunda en la mayor necesidad de prestar atención a
la concepción empresarial del Sistema de Costes por parte de las empresas
modernas. Precisamente las formas modernas, por su mayor complejidad de
objetivos parciales, hacen tanto más necesaria la reflexión institucional
sobre la formación de los costes, que aquella que sería menester en el seno de
la concepción tradicional, la cual casi convertía el planteamiento en una
obviedad.
Por ejemplo, es cosa bien distinta, desde nuestro punto de vista, comprar
una mercancía para revenderla con un margen siempre positivo (negocio del
comercio tradicional), que comprar sistemáticamente todo aquello, que
nuestro particular segmento de clientela pensamos que va a demandar, para
ofrecérselo de acuerdo con la imagen de nuestra firma (concepción más moderna
del negocio de distribución).
La diferencia entre uno y otro tipo de negocio es sin duda la mayor
complejidad del segundo. Pero,
aparte de la complejidad que explica poco por si misma, a nuestro juicio, la
diferencia sustancial radica en sobre qué se proyecta la visión estratégica
del negocio. En qué se fija la "vista comercial".
En el caso del comercio tradicional la "vista comercial" se
proyecta sobre determinados artículos que se pueden vender con un margen razonable.
A este tipo de comerciante no le importa decirle a un cliente: "lo siento
pero ese artículo que Ud. busca no lo trabajamos". En cambio el
comerciante de la "gran superficie" pone su "vista
comercial" sobre la demanda y la capacidad de compra de un segmento de mercado,
entendiendo como un fracaso comercial que un cliente habitual no encuentre entre
sus estanterías aquel artículo que "debería encontrar". Su
conciencia de empresario no se tranquilizará acordándose de que el
fabricante de tal artículo adoptó una actitud muy dura en sus últimas
negociaciones, pero tampoco se lanzará a remediar inmediatamente la falta
cursando un pedido, sin antes reflexionar en su estrategia respecto a la
elección de las marcas y secciones de artículos que configuran su negocio,
poniendo todo ello en relación con el determinado segmento de mercado, o
clientela, en el que estratégicamente decidió posicionarse: ¿Acaso el
cliente frustrado no vió la mejor alternativa que se le ofrecía? ¿Dicho
cliente es un típico representante de mi clientela o un tipo raro que pasó por
aquí?, ¿Porqué optamos por tal fabricante en lugar de por otro?, ¿Cuando se
ha gastado en publicidad la marca que tenemos en las estancias preferentes? Y así,
una larguísima lista de preguntas.
Los negocios modernos son una difícil concepción estratégica basada
en la obtención de beneficios globalmente, o de hacer rentables unas
determinadas inversiones de capital, a través de un tipo de actividades en
unos escenarios de mercado previstos. En ellos, unas veces se gana y otras veces
se pierde, pero esto no tiene importancia salvo por que hay que saberlo para
orientar el negocio en la dirección estratégicamente elegida. Eso no es
posible hacerlo si se carece del mapa que indica, acertada o erróneamente, el
cauce por el que esta previsto recuperar cada peseta gastada o invertida en la
gestión del negocio; o sea, en la producción de mercancías.
Dicho mapa lo procura aquello que llamamos el Sistema de Costes que, a su
vez, dará lugar a los planteamientos de la Contabilidad Interna Analítica de
los Cosas, o a la idea más moderna y ambiciosa que se conoce como Contabilidad
de Gestión, la cual incorporaría no solo dicho mapa, si no también la
información de los escenarios que han servido de marco a la concepción
estratégica elegida por la empresa.
1.3. Los sistemas de costes en la producción de servicios
Cuanto llevamos dicho acerca de la concepción y definición del Sistema
de Costes de una empresa, sería igualmente aplicable a cualquier empresa, sea
cual sea el sector de actividad económica al que esté vinculada y con
independencia de su dimensión, pero el grado de dificultad para concebir el
Sistema de Costes de una empresa en particular variará muchísimo en razón
del tipo de actividad y de su dimensión empresarial.
No nos vamos a ocupar de la cuestión del tamaño de la empresa, ya que
resulta evidente que la dificultad aumenta con la dimensión empresarial. Las
empresas de tamaño pequeño en las que todas las decisiones de alguna
importancia pasan por la misma cabeza, suelen confiar a la intuición de esta
persona la plena concepción del negocio y en esta concepción estará incluido
el Sistema de Costes. Los pequeños empresarios saben muy bien, o creen saber,
como van a recuperar cada peseta que ellos mismos deciden invertir o gastar en
el negocio y, en sentido contrario, perciben con claridad cuando una operación
de realización (venta) aporta o no lo que de ella cabía esperar.
En las empresas grandes nadie es capaz de tener todo en su cabeza. El
Sistema de Costes habrá de ser explicitado y desarrollado por la Contabilidad
correspondiente, de tal modo que la única sensibilidad sobre los distintos
negocios, y su aportación a la formación del resultado empresarial, será la
que transmita dicha Contabilidad de Gestión.
Sin embargo, no resulta imprescindible disponer de una Contabilidad
de Gestión suficientemente desarrollada para gestionar grandes empresas con
relativo éxito. Lo prueban
multitud de grandes empresas que han funcionado relativamente bien con
Contabilidades de Gestión poco desarrolladas o inexistentes.
Pero ello, lo único que demuestra es, o bien la genialidad intuitiva
de sus gestores, o bien la relativa sencillez de la propuesta de los negocios
abordados por la empresa por muy grande que esta fuera. Este puede ser el
caso, como más adelante veremos, des las empresas operadoras tradicionales de
servicios de telecomunicación.
La Contabilidad de Gestión y su correspondiente sustrato de la concepción
de los Sistemas de Costes, se ha ido desarrollando, a partir de las grandes
empresas del sector industrial, para ir progresivamente penetrando en empresas
mas pequeñas del mismo sector y finalmente, con la terciarización de las
economías más desarrolladas, se plantea su desarrollo en las empresas del
sector productivo de los servicios. El proceso parece lógico no solo en razón
de la preeminencia de un sector frente al otro, en una u otra etapa del
desarrollo económico moderno, si no también en razón del grado de
dificultad diferente que ofrece la concepción del proceso productivo de los
servicios desde el punto de vista de los costes.
Existe un menor grado de dificultad para concebir el proceso de formación
de los costes de un producto, cuando este es tangible y almacenable y, además,
ha sido producido en un proceso industrial que sugiere un cierto paralelismo con
el proceso de formación del costes, aún cuando este paralelismo pueda resultar
en ocasiones engañoso. Así, las primeras Contabilidades de Costes se
conocieron bajo la denominación de Contabilidades Industriales.
1.4. La subjetividad en la concepción de los costes para una gestión empresarial modernizada
Los planteamientos de Contabilidad Industrial conceden muy poca
importancia a lo que venimos llamado el Sistema de Costes, entendiéndolo como
la descripción, cargada de sentido estratégico, a la que se ajusta la concepción
hecha por la empresa de sus procesos productivos.
Sería como darle la vuelta al planteamiento: Para una Contabilidad
Industrial el proceso productivo es "el que es" y su resultado es la
realización en el mercado del producto resultante por el coste industrial
predefinido más un margen. Si el
margen resultara ser negativo se abandonaría la línea de producción.
Por el contrario, para la Contabilidad de Gestión estamos ante la
concepción de un producto para el mercado con un valor de cambio conocido o
esperado, que ha de ser producido sin incorporar en el proceso más valor que el
equivalente de dicho precio, y ello se persigue bajo el convencimiento de
servir con ello a los objetivos estratégicos generales de un proyecto
empresarial
Esto no quiere decir que las empresas tradicionales carecieran de
proyecto empresarial, por ejemplo, las fábricas de automóviles de hace 60 años.
La diferencia es más bien de grados de libertad y de versatilidad de las
unidades empresariales dentro de campos de actividad más diversificados y
mercados ampliamente globalizados, que brindan mayor número de alternativas. En
la actualidad, si el lanzamiento de un modelo de automóvil no alcanza el éxito
de mercado esperado, probablemente no será por la desviación de su coste de
producción o por que haya de ser vendido a un precio distinto de aquel con el
que se proyectó, es más probable que el fracaso se reconozca como un error de
valoración de las apetencias del "nicho" de mercado al que el modelo
estaba destinado, o una falsa concepción de la ocupación que otros fabricantes
iban a hacer de tal "nicho".
A ningún fabricante se le ocurriría hacer frente a la situación planteada,
de un modelo que "no pega" en su segmento de mercado, recurriendo a
una drástica rebaja de precio, salvo que piense que se pueden recuperar algunos
de los costes de producción encajando el modelo en otro segmento de mercado
distinto de aquel al que iba dirigido, lo cual será altamente improbable.
Pero suponiendo que esto último fuera posible y que se continúe la
producción del modelo con éxito, colocándolo en su nuevo segmento de mercado
y a menor precio, desde el punto de vista que nos ocupa habríamos de
preguntamos: ¿cual es el coste unitario de producción del automóvil, el que
pensaban antes o el que pensaron después del fracaso inicial?.
Porqué la rebaja del precio habría conducido a un margen negativo,
salvo que exista una nueva concepción del coste acompañando a la
"reconceptualización" del modelo en el nuevo "nicho".
Es elemental que nadie continuaría esforzándose en vender una línea de
productos que acumula pérdidas en la cuenta de resultados.
Si esto ocurre será por una implícita o explícita reconsideración de
los costes de producción, luego habremos de entender que son irrelevantes para
la empresa ciertos retoques de su Contabilidad de Gestión, si con un movimiento
táctico de reclasificación del segmento de mercado de destino, logran superar
la hecatombe empresarial que se les venía encima.
Alguien podrá pensar que esto no es serio, y que los cálculos de costes
así establecidos son una falacia carente de la más mínima objetividad y
credibilidad y, efectivamente, eso es lo que con toda probabilidad pensaría
el empresario industrial de hace 60 años, que no podía concebir otra
Contabilidad Industrial que no fuera la que le proporcionaba un coste medio
cierto, indudable y objetivo, de cada uno de sus diferentes productos.
En la revisión de esta forma de pensar ha influido, como antes decíamos,
la propia evolución de los negocios industriales, el perfeccionamiento de los
mercados y de las técnicas de marketing, la globalización de los mercados y la
mayor versatilidad de las empresas para diversificar riesgos y, como ingrediente
fundamental de tales cambios, el cambio tecnológico que siempre proporciona
nuevas alternativas a los procesos productivos.
Para la reflexión que nos ocupa son importantes dos aspectos del cambio
tecnológico:
- el crecimiento relativo del sector servicios y,
- la evolución de las técnicas de gestión empresarial.
La fuerte emergencia del sector de producción de ser-vicios, no podía
heredar la concepción industrial del cálculo de los costes de producción,
que estaba rígidamente establecida sobre el propio esquema industrial de
producción y, sin embargo, estaba precisada, incluso más que las empresas
industriales, de la orientación de la gestión en base a los coses de producción.
Por otra parte, en todas las empresas, cualquiera que fuera su sector
de actividad, se iban desarrollando formas más modernas de gestión, con más
información y la racionalización de los procesos de decisión que hada
posible la mayor riqueza de información aportada por los procesos informáticos.
La confluencia de ambas tendencias ha conducido a superar la dificultad
intrínseca que al principio parecía tener el cálculo de los costes de una
empresa "no industrial" pero, al mismo tiempo que se superaba esta
dificultad, la propia concepción de lo que deberían ser los costes ha ido
cambiando.
Ha quedado ya muy alejada del interés práctico actual en las empresas
la discusión sobre el "full-costing versus direct-costing". Los profesionales de la gestión, en las empresas modernas,
saben muy bien lo que tales sistemas representan, pero no están dispuestos a
aceptar, como paradigma de sus decisiones de gestión, cualquier algoritmo
extraído de un manual de contabilidad. Prefieren
ser ellos mismos los que maticen el algoritmo, llegando a una "convención"
entre ellos, que se convertirá en el baremo interno para tomar decisiones o
para ser juzgado por los demás una vez que la decisión fue tomada. Lo
importante es que tal baremo, o norma de decisión, sistemáticamente aplicada
por cada responsable en su faceta correspondiente del negocio, conduzca al óptimo
de eficiencia de la gestión empresarial en su conjunto. Una anécdota puede
ilustrar esto: Cierto director financiero, en una cierta circunstancia de su
empresa, se veía en la necesidad de renegociar cada año la totalidad del
pasivo exigible de la entidad que se encontraba fuertemente endeudada. Nuestro
director financiero estaba casi siempre enredado con los banqueros en agrias
discusiones de renovación de prestamos y operaciones de crédito, tratando de
conseguir siempre la ampliación del riesgo asumido, por el banco
correspondiente, con su empresa y el más bajo coste real del dinero.
A juicio de quienes más le conocían, aquel ejecutivo no ejecutaba mal
su función. Era un buen técnico y
un hábil negociador que aprovechaba con agilidad y astucia cualquier atisbo
favorable de negocio para venderle, al banquero de turno, la idea del ascenso
imparable de su empresa en el mercado. La simple presentación de una oferta
para participar en un concurso internacional de proveedores, era buena ocasión
para visitar a varios banqueros y convencerles de que elevaran a sus Juntas de
Decisión una propuesta de ampliación del limite de riesgo para su empresa.
Por otra parte, a la sazón, la empresa iba mejorando poco a poco su
situación financiera a pesar de la obstinada actitud de sus accionistas de no
hacer nuevas aportaciones de capital, a base de capitalizar beneficios y, años
después, quedó demostrado que nuestro hombre no había engañado a nadie. Pero
él, ya no estaba allí.
El personaje de esta historia tenía una fea costumbre.
En cada reunión de directores presentaba un informe de las operaciones
de crédito que había obtenido en los meses transcurridos del año, haciendo
notar la diferencia entre el coste de la operación realizada y él de la
propuesta menos favorable. Tales diferencias las acumulaba en un lloran
total" que, según él, era el resultado de su gestión personal.
Esto le costó el puesto de trabajo a tan eficaz ejecutivo, ya que ninguno
de los otros directivos, y ni siquiera el Gerente General, podían entender, ni
mucho menos aceptar, que uno de ellos, y precisamente el que más Contabilidad
sabía, aportara él solo a la cuenta de resultados una cantidad mayor que el
saldo total de la misma ¿donde quedaba lo aportado por los demás?.
Era cierto que sin una buena gestión financiera aquella empresa se
hubiera hundido, pero no era menos cierto que el Director de Exportaciones
conseguía operaciones de exportación muy difíciles que elevaban la capacidad
productiva utilizada de la fábrica hasta el 95% de su capacidad teórica, y que
el Director de Fábrica hacía milagros de programación para cumplir los plazos
de entrega de los pedidos, o que el Director de Personal, por ejemplo, siempre
se las arreglaba en las discusiones de los Convenios Colectivos, para dar la
sensación ante los representantes de los trabajadores de que no había ningún
pedido crítico que le preocupara en aquel momento aunque le pararan la fábrica
15 días.
Aquella empresa, evidentemente, no tenía un buen Sistema de Costes,
pero sin embargo funcionaba muy bien la CONVENCIÓN siguiente: "A partir
de una ocupación efectiva de la fábrica del 70 % empezarnos a ganar
dinero". Esto no era del todo cierto, como después se demostró con
algunos crudos de costes que se hicieron, pero la CONVENCIÓN funcionó y todo
el mundo -entre el principal colectivo de responsables, me refiero- sabía
cuantas unidades físicas de producción semanal representaba tal 70% y si se
habían conseguido la semana parada o no.
Los estudios de costes posteriormente pusieron en evidencia que había
unos cuantos elementos en la gama de productos del catálogo cuya aportación al
margen era muy crítica. Si estos hubieran desaparecido del "mix"
vendido realmente durante los primeros años de actividad, la empresa hubiera
sido inviable. Pero este "descubrimiento", cuando aconteció, no causó
la más mínima sorpresa entre los directivos, ellos "ya los sabían"
y sabían también que el pretendido "punto muerto" del 70% era
"contando con esto". El Director de Ventas lo explicitó simplemente
diciendo que "a él siempre le habían preocupado los pedidos que llegaban
del segmento de mercado que consumía esa parte de la gama". Pero lo dijo
sin darle la mas mínima importancia, cuando de ello había estado dependiendo,
tanto como de la gestión financiera, la supervivencia de la empresa.
Ahí radia lo esencial de la cuestión.
Cuando una empresa se está jugando su supervivencia si deja de vender
una determinada cantidad del producto A, o al segmento de mercado X, tienen que
saberlo sus ejecutivos y además tienen que saber también otros muchas cosas
que se descubren analizando la formación de los costes desde la perspectiva
estratégica adecuada.
1.5.
El sistema de costes y la gestión empresarial
Dicha perspectiva no es otra que aquella que contempla el análisis de la
formación de los costes incluyendo el análisis dentro de la globalidad de la
estrategia empresarial los escenarios de mercado con los que ha diseñado tal
estrategia y como se piensa sacar adelante el negocio. No siempre es bueno ganar
en cada operación.
Con esta nueva forma de entender los Sistemas de Costes ya no hay
diferencias sustanciales entre las empresas industriales y las empresas de
servicios. Para unas y otras el problema se ha vuelto más etéreo, más
filosófico si se quiere, y la ventaja histórica de las empresas industriales,
basada en la corporeidad del producto y el rígido "camino" para su
producción, que marcaban las cadenas de montaje, ya no es más que una pequeña
diferencia que, obviamente, sigue facilitando algunos aspectos de la cuestión
en la medida en que resulta más fácil describir lo que se ve y se puede tocar,
que lo que únicamente produce anotaciones en papeles, como puede ser para una
agencia de viajes la venta de un billete de avión.
Subsiste, no obstante, una diferencia notable entre las empresas industriales
y las de producción de servicios para el desarrollo del Sistema de Costes
correspondiente. Nos referimos a la
incapacidad de almacenamiento del producto que es consustancial a las
productoras de sonidos. Cuando una
línea de transporte aéreo conduce a 100 pasajeros en un avión en el que
caben 300, no puede guardar las plazas sobrantes para el día siguiente, del
mismo modo que una empresa operadora de telecomunicaciones no puede aprovechar
la disponibilidad de capacidad de la noche anterior para aliviar la congestión
de la hora punta de tráfico del día siguiente.
El diferencial de dificultad para el tratamiento de los costes al que nos
estamos refiriendo, tiene que ver con una concepción determinada de la
formación del valor asociada a la formación del coste de producción. Nos referimos a la clásica Teoría del Valor construida
sobre paradigmas industriales y que requiere ser reinterpretada ante la evidencia
de que las economías modernas producen masivamente mercancías que son
servicios.
No hay mayor dificultad, a nuestro juicio, para encontrar en las empresas
de servicios el equivalente de las cadenas de agregación de valor que se
muestran muy palpablemente de las empresas industriales, pero hay que hacer un
esfuerzo de imaginación para encontrar tal equivalente, así como para
comprender, y transformar, la desocupación transitoria de los recursos en
ocupación útil necesaria para alcanzar un estándar de calidad superior que
redunde finalmente en un aumento del valor de cambio de los servicios
realizados. Pero esto no es teoría
si no "praxis" de la ejecutoria empresarial.
Cuando hablemos de los servicios de telecomunicación volverá a surgir
esta cuestión y como puede ser resuelta mediante la realización (venta) de
la "disponibilidad", lo que significa como las empresas de este sector
han descubierto que se pueden vender servicios que son mera
"disponibilidad" o estado pasivo de la estructura productiva. También
lo habrán descubierto otras empresas de servicios.
2. LOS SISTEMAS DE COSTES EN LAS EMPRESAS DE SERVICIOS DE
TELECOMUNICACIÓN
2.1. Precondiciones del sector para la definición de los sistemas de
costes en sus empresas
Las empresas operadoras tradicionales de servicios de telecomunicación,
como ATT en Estados Unidos, la Compañía Telefónica Nacional de España o la
Post Office en el Reino Unido, hasta la década de los años 70 no se vieron en
la necesidad de desarrollar importantes Sistemas de Costes.
Su misión empresarial consistía fundamentalmente en explotar la
producción de los servicios de telecomunicación, entre otros como los de
correos o telégrafos, en régimen de exclusividad bajo tres orientaciones básicas
de gestión:
1. La universalización del servicio, en el sentido de avanzar en su
extensión hasta los últimos rincones del país y a todas las capas sociales.
2. Lograr la suficiencia global de sus ingresos para proseguir el desarrollo
de las infraestructuras, en aras de la universalización del servicio cubriendo
los costes regulares de explotación, y
3.
Prestar los servicios de telecomunicación en condiciones técnicas y económicas
de calidad comparables con ciertos estándares universales que el propio sector,
a escala mundial, iba determinando, o sea, un nivel tecnológico adecuado con
el nivel de desarrollo económico del país y con la demanda de los clientes más
exigentes.
No vamos a entrar en los pormenores de como estas tres orientaciones básicas
de la gestión empresarial son igualmente válidas para tres empresas tan
diferentes entre sí como las citadas, pero habremos de señalarlo como una
realidad "de facto", que nos permite generalizar sus planteamientos,
muy, semejantes, en la cuestión que nos ocupa. No obstante, veamos en líneas
generales estas diferencias:
- A.T.T. en Estados Unidos fue, hasta 1.982, un "holding" de empresas
operadoras de servicios de telefonía cuya extensión cubría más del 90% del
territorio continental del país, operando el servicio en régimen de
exclusividad, siendo como era una empresa estrictamente privada, que había
llegado a un "statu quo" pactado con otras operadoras (llamado Bell
Systen) que fue respetado y sancionado por las autoridades reguladoras del
mercado durante muchos años.
- La Post Office en el Reino Unido fue sencillamente un Ministerio del
Gobierno Británico encargado de la provisión de los servicios de correos,
telegrafía y telefonía.
- La "Compañía Telefónica Nacional de España S.A. era desde 1926
una empresa privada sin participación estatal durante muchos años y cuando
la tuvo fué minoritaria no superando nunca el 35% de las acciones. En todo
caso, por concesión estatal, fué la empresa explotadora en exclusiva de los
servicios telefónicos en prácticamente todo el país desde aquella fecha, con
alguna excepción territorial transitoria.
Decíamos anteriormente que estas tres unidades empresariales, tan
diferentes en cuanto a su gestación, organización y recursos, y en d orden de
su dependencia del Sector Público, operaron durante muchos años siguiendo
unas orientaciones empresariales muy semejantes, tales como las que hemos
enunciado. Añadiremos que casi todas las operadoras de
telecomunicaciones del mundo, hasta la década de los años 80, podrían ser
asimiladas a alguno de los tres modelos citados y considerarlas orientadas por
los mismos objetivos empresariales.
Con este panorama de agentes hasta hace solo 10 años, el Sector de los
servicios de telecomunicación tenía muy poco que ofrecer como experiencia en
el desarrollo de Sistemas de Costes, salvo las muy elaboradas fórmulas de
Control Presupuestario que eran para dichos agentes una necesidad ineludible,
bien por su carácter de actividades incluidas directamente en los
Presupuestos Generales del Estado, o bien, por la compleja extensión de sus
áreas territoriales de actividad, y una continua actividad inversora en
infraestructuras con obras de largo período de maduración.
Ciertamente las operadoras de telecomunicaciones en general han tenido
siempre muy claramente determinadas cuestiones tales como las siguientes:
-
cuanto y en donde invertían,
-
en que tipo de instalaciones,
-
en que obras en particular,
-
que gestores eran los responsables de la inversión o de los gastos
corrientes de explotación,
-
de que naturaleza eran los gastos de explotación
-
la cuantificación de los ingresos de explotación,
-
el origen de los ingresos por conceptos tarifarios,
-
y de qué abonados o sistemas de recaudación procedían dichos ingresos,
para establecer adecuadamente la gestión del cobro.
Toda esta información, de la que podría dar lugar a un Sistema de
Costes, era tratada ampliamente en términos de responsabilidades
presupuestarias, tanto para satisfacer los controles impuestos, que ejercía el
poder regulador del Estado sobre todas las operadoras de uno u otro tipo, como
por la necesidad interna de controlar la gestión. Finalmente, siguiendo la
normativa contable vigente en cada país, toda esta información revertía a los
esquemas de Contabilidad Externa produciendo los consabidos Estados Financieros
que podían ser tan amplios y detallados como se quisiera, profundizando en las
direcciones antedichas "de donde", "en que" o
"quien" invirtió o gastó los recursos financieros o de donde se
obtuvieron los ingresos, pero sin llegar nunca a establecer, matizadamente, la
relación entre:
-
el capital que estaba trabajando para producir un servicio,
-
los costes de explotación de tal servicio,
-
la ventas del servicio,
-
los ingresos obtenidos del mismo,
-
y, en definitiva, la aportación al margen de cada uno de los servicios.
Hemos dicho que estas relaciones no llegaban a establecerse de forma
matizada, e interesa aclarar que de formas menos matizadas sí se obtenían. La
propia cuenta general (le explotación ya sería una forma de establecer tales
relaciones e incluso trascender hasta niveles de desagregación mayor. Por ejemplo, la Post Office sí establecería cuentas de
explotación diferentes para los servicios de correos, telefonía y telegrafía.
Tal vez, Telefónica de España, cuando comenzó a explotar al principio de los
años 70 su pionera Red de Transmisión de Datos por conmutación de paquetes
(IBERPAC), concediera al hecho la suficiente importancia para desarrollar una
cuenta de explotación separada, o separable, de la cuenta de explotación
general. Por lo que respecta al
"Holding A.T.T.", por la propia estructura organizativa de
"holding" de empresas, se vería obligada a presentar cuentas de explotación
separadas, en las que se podrían entrever las diferencias de márgenes entre
los servicios de corta y larga distancia, así como de las actividades
industriales que también ejercía.
En resumen, las empresas operadoras de las telecomunicaciones, como
probablemente se puede decir de todos los agentes de la actividad económica,
desarrollaron sus instrumentos de gestión únicamente en la medida que
interesaba al logro de los objetivos empresariales que ya hemos enumerado
anteriormente referidos a la etapa histórica, cuyo final podemos situar para
cada una de las empresas aludidas, con los siguientes hitos:
1983:
Desmembración de A.T.T. impuesta por el poder regulador de EE.UU.
1984:
Privatización de British Telecom, heredera de las telecomunicaciones
de la Post Office y A establecimiento de un duopolio, con Mercury, en el
Reino Unido.
1986: Promulgación de la L.O.T. y denuncia del caducado contrato concesional de CTNE con d Estado Español y el cambio de denominación social de la Empresa Telefónica de España S.A.).
Estos hitos históricos corresponden, no con tanta precisión, a una
etapa en la que ya se lían producido sustanciales cambios en el Sector:
-
Comienzo del proceso mundial de desregulación del Sector, que empieza a
ser abierto a la competencia en algunas facetas de su negocio.
-
Un intenso cambio tecnológico que abre alternativas al desarrollo de
las redes y a la forma de prestación de los servicios.
-
El comienzo de una profusa diversificación de los servicios, acompañada
de exigencias heterogéneas de la demanda de los diferentes segmentos del
mercado.
2.2.
Hacia verdaderos sistemas de costes en las empresas operadoras de
telecomunicaciones
Tras la
introducción de lo que entendemos por el SISTEMA DE COSTES de cualquier empresa
y del preámbulo que enmarca los objetivos genéricos de las empresas del
Sector, en función de sus circunstancias tecnológicas, económicas y legales,
hasta los primeros años de la década de los 80, parece razonable entender que
no ha podido hablarse de verdaderos SISTEMAS DE COSTES en el Sector hasta hace
muy pocos años. Por lo tanto, aunque algunas operadoras, como Telefónica de
España, empezaron a trabajar con esta perspectiva muy al comienzo del cambio de
escenarios, queda todavía bastante por hacer. No obstante, se empiezan a tener
bastante claras algunas líneas generales de lo que pueden ser los SISTEMAS DE
COSTES de las operadoras "ex-tradicionales" de servicios de
telecomunicación.
2.3. El reto de la conceptualización de los servicios
La primera dificultad que se presenta a una operadora de
Telecomunicaciones que trata de definir su SISTEMA DE COSTES es saber lo que
vende: Qué "cosas" vende.
La cuestión no estará clara, en principio, porque todo el mundo asocia
el acto de venta con una realización en el mercado por un precio. Y las
telecomunicaciones hasta entonces, y en buena medida hasta ahora, no tenían
precios, si no tarifas, que es un concepto de fiscalidad impuesta.
Resultará pues preciso diferenciar lo que la gente paga, porque no tiene
más remedio, de lo que la gente pagaría de grado por un servicio que compra
para su satisfacción.
Sin embargo, desde el punto de vista de la concepción del SISTEMA DE
COSTES resultará preciso empezar por algún sitio y, evidentemente, es más
operativo empezar por lo que nos viene dado que por una elucubración acerca de
lo que sería, o deberá ser, cuando los mercados de telecomunicaciones se
liberalicen plenamente.
Lo que nos vendría dado eran los pseudo-precios (tarifas) que se
aplicaban a los servicios y, tratando de eliminar conceptos demasiado
localistas, nos quedaríamos únicamente con los más generales, que fueran
identificables en un esquema supranacional europeo o mejor comunitario europeo,
si de una operadora europea estuviéramos hablando.
Debemos insistir en que la lista de conceptos tarifarios buscada, no
tiene otra finalidad que la de ayudamos a reconocer la lista de servicios que
vendemos. De esta manera, habríamos llegado a establecer una primera relación
de correspondencias entre conceptos tarifarios típicos y servicios
diferenciables, por ejemplo dentro del ámbito de la telefonía básica de voz,
y haciendo algo semejante para las prestaciones de transmisión de datos,
alquiler de circuitos, servicios de valor añadido, etc.
Esta primera relación de correspondencias podría ser la siguiente:
SERVICIO
PRESTADO |
CONCEPTO
TARIFARIO |
-
Conexión específica del cliente a la red. |
-
Cuota de conexión (una sola vez). |
-
Disponibilidad temporal de acceso. |
-
Cuota de abono (cada período de tiempo). |
-
Utilización de la red. |
-
Tarifas por cada llamada efectiva (dependiendo del número de llamadas,
distancia, día-hora, y tiempo de conversación). |
Podríamos cuestionamos si estos servicios, identificados a través de los conceptos tarifarios tradicionales más generalizados en Europa, son realmente los entes más idóneos para la comercialización: ¿por qué no vender el paquete de servicios de telefonía de voz a tanto alzado, imitando sistemas de tarificación "flat-rate", como los que han existido y existen en otros países, que cobran una cantidad fija mensual, según segmentos de mercado, sin considerar las llamadas efectuadas en un cierto ámbito? Consideraciones de este tipo podría conducimos a esquemas radicalmente diferentes.
Pero nuestro SISTEMA DE COSTES, que todavía estamos esbozando, tiene que
asentarse sobre una realidad empresarial concreta y, t como decíamos
anteriormente, esta nos ha de venir dada, no la podemos inventar.
En razón de esto prosigamos con el desarrollo del anterior esquema limitándonos
a lo que resultaba inevitablemente necesario.
Aceptando que los servicios de "conexión específica del cliente a
la red" pueden considerarse homogéneos entre sí para facilitar la
comercialización, salvo en condiciones extremas de clientes ubicados en áreas
de población muy dispersa o en extrarradios de núcleos de población
concentrada, y en aras de facilitar la universalización del servicio que en
capas marginales aún no ha sido lograda, se puede considerar que disponemos de
un primer concepto de servicio que no habrá de requerir mayores matizaciones.
Algo semejante se puede decir del servicio de "disponibilidad
temporal del acceso", salvo que habrían de ser diferenciadas formas de
disponibilidad de acceso que requieren elementos especiales como por ejemplo las
líneas que están asociadas varias entre si a nivel del acceso (líneas de
enlace).
Pero, en relación con los servicios de "utilización de la
red", resulta imposible obviar decisiones al respecto de la consideración
del fenómeno del establecimiento de la llamada, la duración de la misma, la
distancia sobre la que se efectúa, y algo muy esencial para la economía de las
telecomunicaciones y la formación de sus costes, la hora del día y el día de
la semana en que se produce cada comunicación.
Un SISTEMA DE COSTES que pretenda llegar a una convención empresarial
mediante la cual algoritmizar el modo de recuperación, a través de la venta de
cada uno de los servicios en particular, de cada peseta invertida o gastada en
la explotación, no puede dejar de atender a cuestiones tales como la de saber,
qué no es) o mismo una llamada de seis minutos qué dos llamadas de tres
minutos, o qué tampoco puede ser lo mismo llamar desde Madrid a Barcelona que
de Madrid a Paris o a Nueva York, pero tampoco es lo mismo hacerlo a las 11 de
la mañana, en horas de plena actividad de la red, qué a las 3 de la noche,
cuando nadie utiliza la red y los costes marginales son prácticamente
irreconocibles.
Estos problemas, y algunos otros, habrán de ser resueltos para avanzar
en la predefinición del Sistema de Costes con convenciones del tipo de aceptar
unos pocos tramos de distancia que estén sugeridos por la configuración física
de la red y sobre ámbitos fácilmente reconocibles por los usuarios. Así, en
este aspecto de la cuestión y en el caso de la red española, el problema se
podría convencionalmente resolver en términos de tres ámbitos de distancia
para las llamadas nacionales: local (metropolitano), provincial e
interprovincial.
Las otras cuestiones tales como la del coste del establecimiento de la
llamada y la de los tramos horarios, se podría considerar que eran susceptibles
de ser tratadas en términos de la valoración del coste del minuto medio de
conversación y de la llamada media, y dejar a la estrategia comercial la
discriminación de estos matices, en el momento de la fijación de los precios
de las llamadas, resolviendo el problema de lograr, mediante el aplanamiento de
las curvas de distribución del tráfico, los estándares de calidad requeridos
y el abaratamiento de los costes.
2.4. La identificación del proceso productivo
Todo individuo, en su ciclo biológico, ha de reproducir de algún modo
el ciclo biológico de su especie. También las operadoras de telecomunicaciones
se pueden ver obligadas, para cubrir la etapa de desarrollo incipiente de sus
SISTEMAS DE COSTES, a pasar por los estadíos típicos que habrán pasado otros
sectores de actividad aun cuando ello corresponda a una etapa de inmadurez
abocada a ser superada.
Así, para llegar a concebir los SISTEMAS DE COSTES de las operadoras de
telecomunicaciones, puede ser buen camino empezar por la descripción esquemática
del proceso productivo de los servicios, al modo qué lo harían los
desarrolladores de Contabilidades Industriales, partiendo del esquema de la
"fábrica". Nuestra "fábrica" es lo que llamamos la
"red" o la infraestructura que permite prestar los servicios de
telecomunicación.
Una visión esquemática de una Red convencional de telecomunicaciones de
voz, para los efectos de lo que nos ocupa, puede ser la que muestra el siguiente
Esquema n° 1.
Sobre este esquema habremos de imaginamos funcionando, determinadas
actividades:
1.
De inversión: Para la propia creación y la planificación del
desarrollo de la Red.
2.
De conservación: Para mantener en funcionamiento la misma.
3.
De operación de los servicios: En tanto que la Red, por muy automatizada
que esté, puede requerir apoyo activo para prestar algún servicio.
4.
De gestión de los servicios: Entre las que habríamos de incluir las de
comercialización de los mismos, y otras puramente técnicas, como conocer las
disponibilidades de Red para nuevos clientes, asignación de líneas, etc.
5.
De gestión o administración del negocio: Que irían desde la captación
de recursos financieros, gestión de recursos en general, etc., hasta la
orientación estratégica de la unidad empresarial.
Identificar el sentido, o la razón de ser, de los costes que se generan
en los dos primeros grupos de actividades que hemos indicado, sería tanto como
identificar la propia utilidad, o razón de necesidad de la existencia, para la
producción de los servicios, de los distintos elementos
que componen la Red que hemos puesto de relieve en el Esquema nº 1. Ahora bien,
¿como identificar cada tipo de elementos, de los que componen la Red, con cada
una de las prestaciones de servicio enunciados, por ejemplo, en el apartado 2.3.
anterior?
La cuestión se presta a una gran confusión en tanto que todos los
elementos de la Red configuran una estructura completa, necesaria para la
prestación de cualquiera de los servicios. No podemos hablar de
"constitución de un acceso a la Red" si esta no existe como un todo,
ni de "disponibilidad temporal del acceso" si la Red no esta preparada
para prestar el servicio de "llamadas efectivas" a cualquier distancia
que le sean requeridas. Por otra parte, sería eludir el problema, sin
resolverlo, contemplar todas estas prestaciones como un todo, englobado en un
concepto de servicio único, por las razones que ya expusimos en el apartado
2.3.
Para salir del paso, encontrando un criterio operativo de adscripción de
la funcionalidad de los elementos componentes de la estructura de la Red a las
distintas prestaciones, habremos de acudir a cierta especie de
"interconceptualidad" entre lo que tenemos y lo que andamos buscando.
Esto es, si tenemos unos elementos de Red y unos conceptos tarifarios, de los
que hemos extraído la definición de unas prestaciones, tal como hicimos en el
apartado 2.3., habremos de encontrar la forma de vinculados.
Pero no una forma cualesquiera, si no una forma que al mismo tiempo sea
un criterio para poder sostener comercialmente el concepto de prestación
correspondiente, y de adscripción objetiva de cada elemento a la función
productiva de la prestación.
Una primera idea puede acudir en nuestra ayuda para progresar en la
dirección deseada: el concepto de "COMPARTICIÓN".
Efectivamente, entre los elementos que componen la Red, algunos son
compartidos por varios clientes (abonados), mientras que otros son de exclusiva
utilización por un solo cliente.
Por otra parte, en el ámbito de la definición de las prestaciones habíamos
identificado algunas de ellas como de DISPONIBILIDAD DE ACCESO. Por lo tanto, se
puede establecer un cierto parangón, o relación conceptual, entre ambas
entidades de tal modo que los elementos NO COMPARTIDOS tuvieron algo que ver con
las prestaciones de DISPONIBILIDAD (individual) DE ACCESO.
Pero además, habremos de ser conscientes de que no solo estamos poniendo
las bases para una Contabilidad Analítica de los Costes de los Servicios, si no
que estamos empezando a definir la convención empresarial del SISTEMA DE COSTES
y, desde este punto de vista, ¿resultaría prudente, y además operativo,
configurar los esquemas de comprensión del proceso productivo, de una operadora
de servicios básicos, bajo la tiranía de este vínculo?
El
problema empieza a tener matices estratégicos. Si a la operadora nos la
imaginamos operando en competencia con otros agentes productivos, precisamente
en razón de ello, tal vinculación conceptual adquiriría mayor sentido de
necesidad: una operadora de servicios básicos habría de comercializar
prestaciones de su Red que le vendrían solicitados, a través de accesos
directos a la misma o transferidos por otras redes o instalaciones de servicios
de valor añadido. Resultaría pues conveniente concretar los puntos de acceso a
la Red, y los tramos para la disponibilidad individualizada de acceso, y
establecer prestaciones diferenciadas con esta base conceptual. Pero continuemos
analizando el esquema de la Red y tratando de vincular sus elementos a
prestaciones con precio o tarifa establecida.
Siguiendo el Esquema nº 1 se puede distinguir un primer tramo de
elementos de Red limitado por los "puntos de terminación de red". Es
el tramo de "equipos terminales" e "instalaciones interiores del
abonado", el cual configura una problemática del negocio de la operadora
que puede considerarse separadamente, aunque en relación con la prestación del
servicio en general esté funcionalmente muy relacionada.
Para este primer tramo de la Red en el Esquema n° 1, puede ser imaginada
una relación comercial entre la operadora y el cliente (abonado a la Red) en la
que la disponibilidad de los elementos que componen el tramo al que nos referíamos,
se establezca de múltiples maneras: propiedad de estos elementos por parte del
cliente, propiedad y conservación por parte de la operadora, únicamente
conservación por esta, elementos vendidos por terceros, configuración de redes
locales, etc.
En consecuencia, el primer tramo de la Red, formado por los equipos
terminales y las instalaciones interiores al domicilio del abonado, puede ser
separado de la problemática correspondiente a la prestación del servicio telefónico
básico y tratado como una pieza independiente en la definición del Sistema de
Costes.
Un segundo tramo de Red sería el señalado como "acometida",
que comprende desde el "punto de terminación de red", hasta la
"caja de distribución". Este tramo entendemos que debe ser
diferenciado en razón del acotamiento de la prestación que, en el apartado
2.3, denominábamos "Conexión específica del cliente a la red" y que
sustentaba el concepto tarifario "Cuota de conexión".
La razón que pudiera alegarse para dicha vinculación nos obliga a
reflexionar sobre la producción de la oferta de los servicios de
telecomunicaciones básicas, como servicios con vocación de prestación
universal.
Imaginemos una operadora que, en razón de sus propios objetivos
empresariales, no necesariamente impuestos por una concesión en exclusiva,
decide universalizar la prestación del servicio telefónico de voz en un área
geográfica determinada. Dicha operadora no puede, por razones técnicas,
proceder a ofrecer el servicio en cualquier punto del área, salvo que tenga ya
desarrollada la Red ampliamente, con una configuración que prevé núcleos de
demanda concretos de determinada magnitud y hasta los que habrán alcanzar sus
instalaciones. A este momento lo vamos a denominar "situación de OFERTA
GENÉRICA" del servicio, en tanto que la operadora está en condiciones de
conectar a su Red a un determinado número de clientes en un determinado entorno.
En un momento subsiguiente a él de la producción de dicha OFERTA GENÉRICA,
algún cliente acudirá a la operadora para comprar su derecho de acceso a la
Red, pero en dicho momento, el ramal (línea) habrá de ser prolongado hasta el
punto en el que el cliente desee tener acceso. Dicha prolongación habrá de ser
producida y a esto lo llamamos producción de la OFERTA ESPECIFICA.
Pues bien, la producción de la "oferta específica" puede ser
entendida como la producción de una prestación de servicio de "Conexión
específica del cliente a la Red", que ya habríamos vinculado
anteriormente al concepto tarifario de "Cuota de Conexión", y con
ello habríamos resuelto el problema de encontrar una base para identificar el
alcance de los costes vinculables a tal prestación en el proceso productivo.
El tercer tramo de red, que destacamos en el Esquema nº 1, es el
denominado "bucle de abonado", que comprende al anterior tramo de
"acometida" y que llega a introducirse en las "centrales de
conmutación" del nivel local, penetrándolas.
La razón de destacar este tramo es para significar el carácter de “no
compartidos" de los elementos que lo forman, en la acepción que
anteriormente habíamos establecido como vinculable a la idea de
"disponibilidad temporal del acceso".
Con la configuración del tramo "bucle de abonado", disponemos
de una referencia física en la red sobre la que apoyar la definición de una
prestación de servicio muy característica que sería la de aquel cliente que
quiere tener teléfono en su casa aunque no piense hacer ninguna llamada, solo
por si en algún momento cambia de opinión o únicamente para recibir llamadas.
Naturalmente, esta prestación de mera disponibilidad de acceso tendrá un
sentido temporal: por un día, por un mes, por un año, etc. y ello da lugar a
un precio por periodo que hemos llamado "cuota de abono". De este
modo, pueden quedar encajados en el Sistema de Costes determinados costes de
producción, asociados a dicho tramo de la Red y a la producción de las
prestaciones por Disponibilidad Temporal de Acceso.
Por último, entramos en los tramos de Red que incorporan elementos de
utilización "compartida". Este es el ámbito donde habremos de
resolver la problemática de engarzar los costes de producción de las
"llamadas efectivas", con la conceptualización en el mercado de
diferentes tipos de prestaciones de servicios que son actos unitarios de
comunicación entre dos estaciones terminales conectadas a la propia Red de la
operadora o, desde una de estas, con la estación terminal de otra Red que puede
estar en el otro extremo del Planeta.
En primer lugar, habremos de recordar que los costes derivados de los
elementos que componen la Red hasta alcanzar el nivel de las primeras
"centrales de conmutación" han quedado asignados en el proceso de
formación de los costes a las prestaciones de "Conexión específica del
cliente a la red" y de "Disponibilidad temporal de acceso". En
consecuencia el Esquema n° 1 que veníamos utilizando puede simplificarse ahora
del modo siguiente:
Este nuevo Esquema nº 2 está constituido por "centrales de
conmutación" a distintos niveles, unidas entre ellas por medios de
transmisión.
Las centrales de conmutación son instalaciones complejas interpuestas
entre haces de circuitos de entrada y de salida, de tal modo que toda comunicación
que accede a ellas, por un circuito de entrada, es "inteligentemente"
encaminada por un circuito de salida que la conducirá a su destino, tal vez a
través de otras centrales de conmutación.
En el primer nivel de centrales {nivel local), el destino de la
comunicación puede ser un terminal asociado a la misma central del terminal que
inició la llamada. En este caso, tendríamos una "llamada local" que
no traspasa el primer nivel de las centrales de conmutación y sale por el
"bucle del abonado" destinatario de la llamada.
Cuando existen núcleos de población grandes puede ocurrir que, en el
mismo núcleo, existan varias centrales de conmutación primarias unidas entre sí
por medios de transmisión que no alcancen el nivel interurbano. En este caso
una llamada puede traspasar el ámbito de una sola central sin llegar a
traspasar el nivel local. Esto suele ser normal en los llamados ámbitos
Metropolitanos, que vamos a tratarlos como si fueran simplemente ámbitos
locales en el resto de nuestra reflexión.
Pues bien, para una central de conmutación primaria el "esfuerzo
productivo" es muy semejante cualquiera que sea el destino de las llamadas
que recibe. Ha de encaminarlas hacia su destino y por este tipo de centrales
pasará todo el tráfico sea del nivel que sea, pudiendo considerarlo homogéneo
y aditivo en términos de número de comunicaciones si las consideramos de igual
duración.
Por ejemplo, imaginemos un tráfico de 107 llamadas:
ámbito
de la
llamada |
nº
de llamadas |
-
Metropolitanas |
60 |
-
Provinciales |
10 |
-
Interprovinciales |
24 |
-
Internacionales (salida) |
6 |
-
Internacionales (entrada) |
5 |
-
Internacionales (tránsito) |
2 |
Total llamadas |
107 |
Ajustándonos
al esquema de organización de la Red que hemos definido, y considerando que el
primer nivel interurbano corresponde a un ámbito territorial
"Provincial", el número de transacciones de tráfico que habrían de
efectuar las centrales de conmutación de los cuatro niveles establecidos, más
un nivel convencional que represente al "Resto de la Red Mundial",
serian los que indica el siguiente esquema:
Se habrían
producido 269 transacciones (operaciones de conmutación)
en el conjunto de la Red considerada, que incluye una imaginaria central que
representa el "Resto de la Red Mundial". Estas 269 transacciones,
clasificadas por niveles jerárquicos, y puestas en relación con el tipo de
llamadas que las produce, serían:
llamadas |
transacciones
a que da
lugar |
|||||
Nivel
local |
1º
nivel interurbano |
2º
nivel interurbano |
Nivel
internan. |
Resto
red mundial |
||
Metropolitanas |
60 |
60 |
-- |
-- |
-- |
-- |
Provinciales |
10 |
20 |
10 |
-- |
-- |
-- |
Interprovinciales |
24 |
48 |
48 |
24 |
-- |
-- |
Intemacion.
(salida) |
6 |
6 |
6 |
6 |
6 |
6 |
Intemacion.
(entrada) |
5 |
5 |
5 |
5 |
5 |
5 |
Internacion.
(tránsito) |
2 |
-- |
-- |
-- |
2 |
2 |
Total |
107 |
139 |
69 |
35 |
13 |
13 |
|
total
transacciones =
269 |
Lo anterior se podría decir, en términos generales, del siguiente modo:
-
Una llamada METROPOLITANA equivale a una transacción en el nivel local.
-
Una llamada PROVINCIAL equivale a dos transacciones en el nivel local,
mas una en el nivel provincial.
-
Una llamada INTERPROVINCIAL equivale a dos transacciones en los niveles
local y provincial respectivamente, mas una transacción en el nivel nacional.
-
Y una llamada INTERNACIONAL (tanto de entrada como de salida) equivale a
una transacción en cada uno de los niveles de la Red propia, mas la participación
que tengan en ella el resto de las operadoras que hayan participado en su
producción.
Naturalmente, lo anterior no es más que una visión esquemática que
pretende situar los términos del problema, sugiriendo un posible modelo de
imputación de costes por tramos de red. A su vez, es un modo de parametrización
de los servicios prestados en número de llamadas, o minutos de conversación,
correspondientes a cada tipo de llamadas que esté relacionado, en cada caso
particular, con los tramos en que realmente pueda ser dividida la red de acuerdo
con su estructura real.
Según esto, a lo que tenderá, en su caso concreto, cada operadora será
a definir tramos de red que se identifiquen disjuntamente, asocia- dos a
responsables orgánicos de su desarrollo y funcionamiento, y a producir una
oferta al mercado de varios tipos de servicio, cada uno de los cuales estará
relacionado con un tramo y un nivel de responsabilidad, aun cuando la producción
se realice con la colaboración de varios tramos, lo que implica una MODELIZACIÓN
CONTABLE que incorpora un régimen de TRANSFERENCIAS INTERNAS como a continuación
veremos.
3.
EL SISTEMA DE COSTES DE UNA OPERADORA EN UN MERCADO DE COMPETENCIA
3.1. Posicionamiento ante la competencia de las operadoras de servicios básicos
En los apartados anteriores hemos tratado de dar una semblanza del conjunto de problemas que habrán de ser resueltos para identificar, sobre el esquema de una red de telecomunicaciones, el proceso productivo de los servicios que se ofrecen al mercado, y acercamos con ello a las posibles formas de determinación de los costes involucrados en la producción de cada uno de tales servicios.
Lo hemos hecho a título de ejemplo y de forma muy general, sobre la red
básica de telefonía de voz, por ser la que ofrece prestaciones más conocidas,
con las que mucha gente se siente familiarizada, pero una operadora típica de
telecomunicaciones, actualmente, suele ofrecer también otras gamas de servicios
para la producción de los cuales dispone de otras redes, como las
especializadas para la transmisión de datos, las de circuitos no conmutados
para alquiler, las de telefonía celular, etc.
Cada una de estas redes presenta una problemática semejante a la
someramente descrita para la red básica que ha de ser resuelta por
procedimientos análogos de definición de los servicios, en términos de
prestaciones comercialmente sustantibables, que al propio tiempo tengan un
correlato identificable y cuantificable en el proceso productivo del conjunto de
servicios prestados por la red correspondiente. Esto no sería nada más que la
primera parte del problema, que lo vamos a suponer resuelto para cada una de las
redes en las que se apoya la gestión de la operadora.
El problema siguiente, apuntando ya a la modelización contable del
sistema de costes, habrá de consistir en el desarrollo de un sistema de cuentas
que ponga de relieve aquellos aspectos del negocio en los que esté mayormente
interesada la gestión empresarial en su conjunto, y que permitirán analizar el
alcance del desarrollo estratégico que se pretende conseguir. En definitiva, se
trata de dar forma a un modelo de Contabilidad de Gestión que enmarque las
interrelaciones entre:
1.
Unas estrategias comerciales, en tanto que el Sector se está abriendo
progresivamente a la competencia,
2.
Unas estrategias de desarrollo de la producción con toda su problemática
de desarrollo y evolución tecnológica de las infraestructuras,
3.
Una estrategia empresarial que englobe las dos grandes vertientes
anteriores, más otras relacionadas con el posicionamiento estratégico
corporativo, tal como muestra el esquema siguiente:
Nuevamente debemos aludir a las especiales circunstancias en que se
encuentra el Sector de las Telecomunicaciones, al estar inmerso en el. llamado
proceso mundial de "desregulación", que parece conducir
inevitablemente a una organización progresivamente abierta a nuevas operadoras
en competencia, a la globalización de sus mercados y a la internacionalización
de sus agentes.
En esta circunstancia las operadoras tradicionales, proveedoras de casi
toda la gama actual de servicios y poseedoras de la parte más importante de las
infraestructuras, han de diseñar una estrategia empresarial muy compleja
apoyada en su fortaleza mas notoria, su infraestructura de redes universales,
pero asumiendo plenamente una contradicción lógica con la que habrán de
convivir: LAS OPERADORAS QUE COMPITEN CON ELLAS EN ALGUNOS SERVICIOS SERÁN AL
MISMO TIEMPO ALGUNOS DE SUS MEJORES CLIENTES.
Y habrán de convivir para su bien, ya que únicamente haciendo recaer la
producción de los servicios en competencia, sobre las infraestructuras básicas,
podrán alcanzar dos objetivos elementales para sus, propósitos generales:
-
Optimizar el aprovechamiento de las infraestructuras básicas, cuestión
también fundamental desde el punto de vista de la eficiencia general del Sector
y, por otra parte,
-
Mantener su liderazgo en el ámbito del mercado tradicional de la
operadora, para alcanzar una cierta proyección internacional y la necesaria
participación en los mercados globalizados.
Entiendo que estas tendencias de posicionamiento son actualmente
ingredientes universales de los planteamientos estratégicos de cada una de las
"operadoras ex-tradicionales" o, al menos, de las que por su dimensión
y modernidad ocupan un lugar de relieve en el Sector a escala mundial. Pero,
independientemente de la mayor o menor universalidad de estos planteamientos
estratégicos, en algunos de ellos habríamos de apoyamos para proseguir con
nuestra reflexión, aunque sólo fuera a título de ejemplo.
La cuestión es qué, desde este particular punto de vista que hemos
adoptado, el proceso productivo de las operadoras con infraestructura básica
parece abocado a abrirse hacia varios tipos de clientela:
Así, la competencia en los mercados de servicios de telecomunicaciones
habrá de contemplar como, las operadoras con infraestructuras básicas,
compiten con otras operadoras que se apoyan, o no, en tales infraestructuras
para elaborar su propia producción.
La cuestión resulta bastante atípica y resultaría difícil de sostener
en un mercado plenamente desregulado, de ahí la necesidad de una regulación
específica que lo haga posible y en ese sentido han aparecido, tanto en la
Comunidad Europea como en EE.UU. y Japón, ordenamientos al respecto. (Directiva
O.N.P. de la C.E.).
La modelización contable del Sistema de Costes de las operadoras básicas
habrá de tener en cuenta estos planteamientos, y ello conduce a una necesidad
tan fácil de enunciar como compleja de desarrollar: Los costes habrán de
poder ser determinados desde una doble perspectiva: la de los servicios que son
prestados a clientes utilizadores finales y la de la cesión de redes abiertas
al ejercicio de la producción de otros agentes.
Ello implica múltiples exigencias a la modelización contable de los
costes de las operadoras de servicios básicos, y complica notablemente la
concepción del Sistema de Costes que habrá de subyacer bajo tal modelización.
Por otra parte, en el estado actual de la cuestión sería muy aventurado imaginar los condicionamientos a que conducirá la evolución de la organización del Sector, actualmente en plena ebullición a nivel mundial, ni cual será la resultante final en cuanto a diversificación de servicios, dispersión de redes y número de agentes.
Lo cierto es que, en los países comunitarios, las empresas operadoras de
servicios básicos, desde ahora y probablemente durante bastantes años, habrán
de ver condicionada su actividad empresarial por regímenes de regulación y
control, de ciertos aspectos de la misma, tendentes a garantizar que sus prácticas,
en los mercados abiertos a la competencia con otros agentes, no se vean viciadas
por una posición dominante como poseedoras de las infraestructuras básicas de
producción de las telecomunicaciones.
Así las cosas, estas empresas operadoras de telecomunicaciones habrán
de desarrollar la concepción de sus respectivos Sistemas de Costes,
afrontando un triple reto:
-
desde la imperiosa necesidad de adoptar una estrategia empresarial
competitiva, muy alejada de sus objetivos tradicionales.
-
teniendo muy poco trabajada la conceptualización de sus productos en el
mercado -servicios públicos sometidos a precios políticos hasta hace poco- y
que se producen en infraestructuras muy integradas y automáticas, en las que
los costes de cada servicio en particular se identifican con gran dificultad.
-
con el imperativo reglamentario de transparencia de su oferta al mercado,
que además habrá de ser obligadamente abierta, permitiendo que otros agentes
-en competencia con la operadora básica- desarrollen su propia producción de
servicios sobre el inmovilizado productivo de esta.
Habremos de entender que estos retos no pueden estar idénticamente
asumidos por todas las operadoras de servicios básicos de los países
comunitarios, con diferentes tipos de organización, dimensión y grado de
desarrollo, y que en tomo a ellos -formulados de forma esquemática para nuestro
propósito- se ciernen multitud de otros aspectos, tal vez más importantes, que
involucran, desde diversos puntos de vista, a numerosos agentes económicos y
sociales.
Pero ciñéndonos al hilo de nuestra reflexión, deberíamos destacar
como, en virtud de tales condicionamientos circunstanciales del Sector de
actividad, las empresas operadoras de telecomunicaciones deben estar realizando,
cada una a su modo, el difícil ejercicio de concebir su propio Sistema de
Costes, con 10 que ello supone de ejercicio de "subjetividad estratégica
empresarial" , condicionado por el "imperativo de objetividad" a
que las obliga -en razón de su tradición- el estatuto reglamentario de
"Oferta de Red Abierta" (Open Network Provision), tal como se
autotitula una Directiva comunitaria al efecto.
El Sistema de Costes, que conciban para sí mismas las empresas
operadoras de servicios básicos, habrá de conciliar la subjetividad propia de
todo Sistema de Costes, como concepción estratégica del negocio, con la
característica de que ha de servir de base para el desarrollo de un Modelo
Contable estrictamente objetivo, esto es, apto Para ser rigurosamente auditado y
compatible con las condiciones de transparencia de la "oferta de red
abierta".
De algunos de los aspectos básicos, que han de servir para concretar
dichos Modelos Contables, nos ocuparemos a continuación.
3.2. La formalización en modelos contables del sistema de costes de una
operadora
En la medida en que las redes de las operadoras hayan de ser
necesariamente ofrecidas para soportar la producción de servicios por otros
agentes, el proceso productivo de las operadoras habrá de ser concebido como
desdoblado en dos fases:
-
la que concierne a la explotación de las redes en si mismas, como
susceptibles de montar sobre ellas diversos servicios de telecomunicación, ya
sean de mensajes de voz, datos o imágenes, o bien, cuando incorporen a la
producción de tales mensajes servicios añadidos.
-
la que se refiere al proceso de producción de servicios de
telecomunicación propiamente dichos, tanto cuando sean la mera transmisión de
mensajes producidos por el cliente final o que incorporen otros servicios añadidos
por la propia operadora.
Es difícil concretar prácticamente los límites entre lo que deben
considerarse directamente servicios finales de las redes, de aquellos otros
servicios que denominamos "de valor añadido" y que, por definición,
agregan, a los "servicios portadores" de las redes, algún otro
proceso productivo. En la medida en que puede ser entendido, como proceso
productivo, la ejecución de una sencilla actividad de comercialización, la
dificultad práctica de diferenciación resulta evidente. De ahí algunas de las
cautelas, en relación con la "simple reventa de capacidad", de
ciertas reglamentaciones comunitarias.
Pero aceptamos qué, al menos teóricamente, la delimitación es posible.
Con ello, podríamos disponer del aparato conceptual necesario para tratar de
abordar el diseño de una posible modelización contable del Sistema de Costes
de una operadora de servicios básicos, ceñido a los condicionamientos que
hemos perfilado.
Bastaría con diseñar un modelo contable concebido como varios
submodelos que se interrelacionan a través de transacciones internas. Esquemáticamente,
y simplificando la cuestión para tres submodelos: uno de redes, otro de
servicios finales y otro de servicios de valor añadido, podría representarse
así:
El modelo requeriría la adscripción, tanto de los COSTES EXTERNOS
(reflejados de la Contabilidad Externa), como de los COSTES INTERNAMENTE
CALCULADOS a partir del inmovilizado, a cada una de
las actividades relacionadas con cada Red o Servicio.
A partir de los COSTES POR ACTIVIDADES EN (O PARA) LAS REDES, podrían
ser asignados los COSTES DE LAS REDES en distintos tramos o configuraciones, que
permitieran establecer unas primeras relaciones con la formación de los COSTES
DE LOS SERVICIOS FINALES O PORTADORES, tal y como la establecíamos para algunos
servicios muy significativos en el apartado 2.4.
En consecuencia, los COSTES DE LAS REDES habrían de ser transferidos
para formar con ellos los COSTES DE LOS SERVICIOS PORTADORES Y los COSTES POR
ACTIVIDADES EN (O PARA) SER- VICIOS FINALES. Para ello, habremos de utilizar un
primer tipo de "precios de transferencia interna" del que más
adelante hablaremos.
A su vez, los COSTES POR ACTIVIDADES EN (O PARA) SERVICIOS FINALES, que
se habrán formado por acumulación de los EXTERNOS E INTERNAMENTE CALCULADOS
correspondientes a sus actividades propias, más los transferidos de los COSTES
DE REDES, darán lugar a la formación de los COSTES DE LOS SERVICIOS FINALES.
Ahora bien, en razón de la "oferta de red abierta" la
operadora se verá obligada a ofertar el uso de elementos de red al mercado de
servicios finales, como ocurre con la oferta de "circuitos en
alquiler".
De esta forma, quedarían establecidas en el sistema tres canales de
transferencia interna de los COSTES DE LAS REDES:
-
El primero en la medida en que las redes apoyan la actividad productiva
de los servicios finales. (l)
-
Otro en tanto que la red se pone inmediatamente, sin transformación, a
disposición de clientes finales. (2)
-
Y, en tercer lugar para configurar con la red una especie de
"productos semielaborados" que son los que llamamos "servicios
prestadores". (3)
Un proceso semejante al de la formación de los COSTES DE LOS SERVICIOS
FINALES, podría seguirse para la formación de los COSTES POR ACTIVIDADES DE
PRODUCCIÓN DE LOS SERVICIOS DE VALOR AÑADIDO, con la diferencia de que estos
se configurarán con la transferencia de COSTES DE SERVICIOS FINALES, o bien, de
COSTES DE SERVICIOS, PORTADORES como lo harían, en su caso, otros agentes
operadores fuera de la actividad de la operadora básica.
La modelización contable que hemos descrito muy someramente,
permitiría satisfacer el compromiso de "oferta de la red abierta",
mediante la separación de los costes de las actividades productivas que
permiten la existencia y mantenimiento de redes consideradas básicas, del resto
de los costes de las actividades productivas de servicios que, a su vez,
requerirán ser desdobladas, al menos diferenciando los que se consideren básicos,
propios de una operadora con infraestructuras básicas, del resto de los
servicios de valor añadido.
Se hace evidente que una modelización contable de este tipo plantea
serios problemas en relación con la parametrización de las transferencias de
valor (de costes), tanto por lo que se refiere a unidades de prestación
transferidas, como por la determinación del precio o coste unitario de
transferencia.
Pero, al margen de los problemas estrictamente técnicos de computo de
unidades o valoración contable de las mismas, debemos prestar atención al
problema de los criterios estratégicos para la determinación de los PRECIOS DE
TRANSFERENCIA, entendiendo por tales aquellos que sirven para valorar las
transferencias internas entre las unidades responsables de la producción en sus
distintos aspectos y que, al mismo tiempo, han de ser coherentes con los precios
de mercado de la operadora para todos sus servicios ofertados.
Tal coherencia no solo vendrá requerida por razones internas de índole
estratégica, si no que, además, habrá de ser demostrada a las autoridades
reguladoras en virtud de la tantas veces aludida imposición reglamentaria de la
"oferta de red abierta".
En este último sentido las operadoras de servicios básicos habrán de
mantener el llamado "principio de neutralidad" y podemos distinguir
cuatro tipos de precios de transferencia:
tipos
de precios de transferencia |
ejemplo |
aplicación
del principio de
neutralidad |
1. De servicios finales que se prestan unos para negocios a otros. 2. De servicios portadores que se prestan a redes en competencia (propia o ajenas). 3. De prestaciones internas semejantes a las que se dan al mercado. 4. De prestaciones internas que no son asimilables a las ventas a terceros. |
-
El servicio de voz que adquieren los T.U.P.
-
El acceso de las redes móviles. -
Los circuitos alquilados. -
Los circuitos conmutados de la red básica. |
-
Igualdad con los precios que se cobran al mercado.
-
Igualdad con los precios cobrados a las operadoras ajenas. -
Semejanza: ya que serán iguales a los del mercado pero con formas
distintas. -
Coherencia: el sistema debe ser capaz de demostrarla a través de
sus relaciones con los demás precios. |
Pero aun asumiendo que el modelo contable permite calcular los precios de
transferencia idóneos y, al mismo tiempo, permite demostrar la coherencia entre
dichos precios de transferencia y la política de precios al mercado seguida por
la operadora, todavía tendríamos que colocamos ante otro problema, al que el
Sistema de costes de una empresa operadora de servicios básicos de
telecomunicación habrá de dar solución, y es el que le plantea su compromiso
social con el desarrollo de las infraestructuras que, como veremos, le impone,
en las circunstancias actuales del Sector, la irrenunciable vocación de líder
absoluto del mercado en un determinado ámbito de influencia.
3.3.
Operatividad estratégica del sistema de costes para el mantenimiento del
liderazgo de las operadoras básicas
En el sector mundial de las telecomunicaciones, actualmente parece como
si se hubiera alzado una voz unánime que pide cambios en los precios relativos
de los servicios. Es como la contraparte de la corriente liberalizadora del
Sector: se acabaron los monopolios, luego precios nuevos. Particularmente
prefiero enunciarlo diciendo que dado que la competencia es inevitable, ya que
la tecnología la propicia, veamos si los precios actuales de nuestros servicios
son adecuados a esta nueva circunstancia. La respuesta conduce a la misma
conclusión: hay que cambiar los precios relativos de los servicios.
Ante la necesidad de cambiar la estructura tarifaria de los servicios de
telecomunicaciones, se precisa de un criterio orientador del cambio e,
inmediatamente, se llega a la conclusión de que los costes de producción
pueden servir como criterio, especialmente si se comprueba, sin necesidad de
profundizar demasiado en la materia, que efectivamente "el criterio
costes" llevaría a las operadoras a rebajar las tarifas de aquellos
servicios más vulnerables a la competencia y a subir los servicios más
protegidos. Después vendrá la teoría económica y apoyará con sus argumentos
nuestra intuición: El precio eficiente de un bien o servicio coincide, a largo
plazo, con el coste medio o marginal de producción, según las circunstancias,
pero generalmente con alguna versión de los costes de producción.
Efectivamente los costes son, según una opinión muy generalizada, un
criterio necesario pero en modo alguno suficiente. No puede reducirse todo este
juego de implicaciones a un mecanismo de imputaciones -Contabilidad de Costes-
por muy coherentes, objetivas y consistentes que éstas sean, y derivar de sus
resultados la tarifa a aplicar al usuario que hace una llamada telefónica.
Entiendo, no obstante, que resulta imprescindible, para el futuro desarrollo de
las operadoras de telecomunicaciones, contar con sistemas muy elaborados de
determinación de los costes de los servicios, contrastados dichos sistemas con
los de las operadoras de otros países, a fin de extraer de ellos las
orientaciones necesarias a la hora de fijar las tarifas propias, pero también,
y como utilidad no menos importante, para orientar y racionalizar los procesos
de toma de decisión por parte de sus órganos gestores y planificadores y
conducir la demanda en el sentido de la racionalidad económica.
Desde este último punto de vista, la orientación tradicional de la planificación del desarrollo de las telecomunicaciones también está obligada a cambiar, incorporando, a los tradicionales planes técnicos de desarrollo de las redes, planes con objetivos estratégicos en materia de mercados, costes y precios y, en definitiva, objetivos de empresa a alcanzar en términos económico-financieros.
En el contexto de la planificación, los cálculos de producción que
mejor podrían ayudar a las tarifas de los servicios serian costes previsionales
estándar, fundamentados en objetivos estratégicos y comprometedores de la
gestión.
Ciertamente en nuestro Sector no se han desarrollado suficientemente
todavía los sistemas de cálculo de los costes de los servicios, ni siquiera
los históricos, y la anterior proposición puede parecer utópica, pero los
costes previsionales estándar serian una buena brújula la orientación de los
precios en la medida en que simultáneamente incorporen los objetivos de gestión.
Por otra parte, las autoridades reguladoras de algunos países, entre
ellos EE.UU. y Reino Unido, en la medida en que la función reguladora de los
precios de las telecomunicaciones sigue vigente, parecen inclinarse por no
intervenir el proceso de formación de los precios en el mercado salvo, únicamente,
estableciendo precios máximos en aquellas situaciones en que subsisten
reductos monopolísticos.
La fórmula reguladora que se ha adoptado en el R. Unido con relación a
British Telecom (actualmente BT) combina el criterio de precios máximos
autorizados anteriormente indicado, con un singular sistema de reversión
forzosa al resto del sistema económico, vía precios de los servicios, de una
parte de las mejoras de productividad que debería alcanzar la operadora,
obligando a esta a asumir el riesgo de explotación, incluido él de no alcanzar
tal nivel de productividad. Este sistema se podría definir como de un
"price cap" sistemáticamente a la baja.
Para los servicios de valor añadido y terminales, en la medida en que
las normas reguladoras se van adaptando á la situación competitiva, los
precios de los servicios van dejando de estar regulados y el criterio de precios
de mercado, combinado en ocasiones con determinaciones a partir de comparaciones
internacionales, va cobrando cada día mayor presencia.
Y, por último, parece pervivir el criterio de tarifas promediadoras de
los costes, al menos entre usuarios del mismo servicio, aun cuando los costes
individualizados puedan ser muy diferentes. En este sentido, ni siquiera las
operadoras de servicios plenamente liberalizados prescinden de un criterio que
tiende a potenciar las economías de escala, captando, con tal criterio,
clientes con un sistema de estricta repercusión de costes.
En definitiva, en materia de tarifas o precios de los servicios de
telecomunicaciones, el mercado está abierto a un proceso que parece claramente
orientado hacia precios de mercado del libre competencia, pero se tardará
muchos años en llegar, si es que se alcanza algún día, a una situación de
liberalización plena del sector. Entre tanto, las autoridades reguladoras, que
en ningún país han perdido esta condición, buscan criterios que hagan
compatible el proceso liberalizador con las poderosas razones de Estado
tendentes a asegurar el desarrollo del sector, y parecen encontrar un camino
bastante adecuado en el criterio de aproximación de las tarifas a los costes de
producción.
Pero, desde el punto de vista de las operadoras tradicionales el problema
adquiere otras muy diferentes connotaciones. Se trata de que su patrimonio
empresarial, constituido por lo que para el Estado son las principales
infraestructuras de telecomunicaciones del país, corre el riesgo de ser
infrautilizado si otros agentes en competencia desarrollan redes alternativas, y
esto ocurrirá, con toda probabilidad, si la "oferta de red abierta"
no es suficientemente atractiva.
Tal como señala el esquema n° 7, el desarrollo de las infraestructuras,
a partir de la liberalización de los mercados de los servicios, puede entrar en
un "bucle de acomodación" a las nuevas circunstancias.
La duda inicial es si el desarrollo de los nuevos servicios se efectuará
sobre infraestructuras comunes o aparecerán múltiples infraestructuras en
competencia. El modelo de desarrollo tradicional de las telecomunicaciones
indudablemente eludía esta posibilidad, pero el nuevo modelo de desarrollo
post-desregulación, al menos hace posible la duda al respecto.
Si las operadoras tradicionales logran, mediante una oferta atractiva de sus propias redes, evitar la multiplicación de las infraestructuras, es lógico pensar que se iría hacia una progresiva integración de las redes, dominadas por la operadora principal, ante la racional demanda de servicios integrados por parte del mercado.
En consecuencia, el grado de integración que alcancen las redes dependerá
de la eficacia competitiva que consigan tener las operadoras básicas, en
competencia con otros agentes productores del Sector.
El proceso de integración de las redes será, por tanto, más o menos
intenso en razón de la capacidad de liderazgo que alcancen a mantener las
operadoras básicas.
Ahora bien, si la integración de las redes consigue un nivel
determinado, que podemos considerar suficiente para mantener, provisionalmente,
el liderazgo de la operadora ¿que ocurrirá a continuación?
Puede ser que la utilización de la capacidad productiva de las
infraestructuras, constituidas con redes suficientemente integradas, sea tan
intensa como para que la producción entre en la "zona de costes medios
crecientes", en cuyo caso se habría llegado a un punto de equilibrio en un
mercado liberalizado en el que existiría un líder indiscutible e
insustituible, como poseedor de la parte más sustancial de las
infraestructuras, ya que sería demasiado arriesgado tratar de destronarlo si,
ajustando los precios de oferta a sus costes marginales y con una gestión tan
eficiente como sea necesario, la demanda del mercado soporta tales precios
utilizando los servicios en la cantidad necesaria para "alimentar" una
utilización tan intensiva de las infraestructuras como hemos dicho.
La evolución que acabamos de describir sería la "ideal" para
las operadoras actuales de servicios básicos. Es la que en el esquema n° 7 se
representa en la línea horizontal de respuestas que conduce al equilibrio a
largo plazo de los precios de mercado, cuando coinciden con dicho precio el
coste marginal y el coste medio de los servicios.
Sin embargo, en esta evolución "ideal", subyace una confianza,
quizá excesiva, en la racionalidad económica de la evolución técnica hacia
la integración de las redes de telecomunicaciones de voz, datos e imágenes. La
famosa formulación de la planificación del desarrollo de las redes
especializadas, hasta lograr la unicidad de redes en el seno de la Red Digital
de Servicios Integrados (R.D.S.I.), que alcanzó su, pleno auge al comienzo de
los años 80, hoy día, diez años después, ha perdido gran parte de su
atractivo, al haber ido transformándose en proyectos semejantes, desde el punto
de vista técnico, pero mucho menos ambiciosos en cuanto a sus ámbitos de
cobertura limitados a zonas de negocios y a segmentos de mercado muy selectivos.
No obstante, la confianza del sector tradicional en la integración de
las redes, como camino para llegar a la universalización de los nuevos
servicios, que traería consigo un enorme abaratamiento de los precios y con
ello la intensidad de uso de las infraestructuras que haría posible dicha línea
de desarrollo, parece bien fundamentada desde el punto de vista de la
racionalidad económica, y es la que conduce (véase esquema n° 7) al punto de
equilibrio estable a largo plazo, rompiendo el "bucle de acomodación"
al que conducen inevitablemente cualquiera de las respuestas alternativas.
Veamos como evolucionaría la organización del Sector con las otras respuestas.
En primer lugar hay que saber, o por lo menos aceptar como hipótesis,
que las infraestructuras actuales de telecomunicaciones, en general, están
notablemente infrautilizadas. Al menos esa idea parece estar detrás de todos
los planteamientos desreguladores que predican un muy intenso desarrollo de
nuevos servicios propiciado por la aparición de nuevos agentes en competencia,
los cuales sacarían mayor partido a las infraestructuras.
Pero, independientemente de que la afirmación anterior pueda o no ser
aceptada, lo que sí podría ser empíricamente comprobada es la hipótesis de
que la producción de servicios de telecomunicaciones está en la zona de
"costes medios decrecientes", lo cual corresponde, según la teoría
económica, a una situación de escasa utilización de la infraestructura
productiva, que podría ser endémica al Sector y no tener nada que ver con una
mayor o menor liberalización de sus mercados.
Aceptando esto como hipótesis de trabajo, sigamos con la revisión de
nuestro esquema n° 7, Y sus respuestas alternativas a las preguntas que
formula:
-
si se generan múltiples infraestructuras en competencia con las i
actualmente poseídas por las operadoras básicas, lo más probable es que la
utilización de tales infraestructuras se diluya entre, ellas y se continúe en
la zona de "costes medios decrecientes".
-
si no se crean múltiples infraestructuras alternativas pero se continúa
por el camino de la diversidad de redes especializadas, con escaso grado de
integración, los costes, y en consecuencia los precios, no podrán bajar lo
suficiente para hacer propicia la utilización intensiva de las redes y
seguiremos en la zona de "costes medios decrecientes".
-
y por último, si a pesar de la unicidad de redes y un suficiente grado
de integración el mercado no responde, y no se logra la demanda de servicios
necesaria más allá del punto donde las curvas de coste medio y marginal se
cruzan, seguiremos en la zona de "costes medios decrecientes".
Como vemos las tres respuestas conducen a lo mismo. El sector no logra
entrar en los niveles de producción que hacen que los costes medios empiecen a
crecer, a pesar de que los precios a la baja habrían seguido estimulando al
mercado. y esta situación es sinónimo de costes fijos con mucho peso relativo
en la formación de los costes, o dicho de la forma en que lo veníamos diciéndolo,
las infraestructuras productivas son demasiado "pesadas" para los
niveles reales de demanda de los servicios.
Al mismo tiempo habríamos de considerar, tal como sugiere el esquema de
apoyo, que una situación del sector productivo en el que trabajan multitud de
agentes en posición de obtener cada uno de ellos costes medios de producción
decrecientes, conduce a precios de oferta al mercado en el entorno de los costes
unitarios medios, intentando cada agente sacar ventaja con la reducción de
costes que se conseguiría con los aumentos de producción. En esta situación
lo lógico es que los agentes tiendan a concentrarse, ya. que una concentración
suficiente desplazaría al resto de los agentes. Habríamos llegado a una nueva
situación oligopolística como la de partida, y el "bucle de acomodación"
del Sector volvería a empezar.
Esta larga disgresión tal vez haya servido para contemplar desde afuera,
las líneas del posicionamiento estratégico que lógicamente pueden adoptar en
la circunstancia actual las operadoras de servicios básicos. Lo natural es que
concentren todos sus esfuerzos de gestión y planifiquen el desarrollo de las
redes para conseguir mantenerse como líderes de su mercado tradicional,
contando con una agresiva competencia, pero a pesar de ello, y suponiendo que
ese fuera el objetivo estratégico fundamental de la operadora ¿como repercutiría
ello en el diseño de su Sistema de Costes?
La respuesta simple a esta pregunta sería que el Sistema de Costes habría
de hacer comprender a todos los responsables de la gestión la
"relatividad" del margen que obtienen actualmente con sus operaciones.
Cada responsable tendría que pensar cuanto menos habría ganado o cuanto
habría perdido dada la competitividad actual de su área de negocios, en el
supuesto de que otro agente se hubiera establecido en competencia haciendo las
cosas del mejor modo, esto es, con la tecnología más agresiva y la mayor
eficiencia en la gestión.
Para desarrollar conceptualmente un Sistema de Costes, que tuviera la
virtualidad señalada, es evidente que precisaría incorporar un paradigma
externo de contraste de los resultados reales. Las operadoras de
telecomunicaciones no han tenido competencia hasta ahora y la que tengan
actualmente es mucho menos que la que van a tener. El mercado, por tanto, no
funciona todavía como paradigma y cuando funcione será tarde. Tal vez ya se
habrán instalado redes alternativas que defenderán al menos la recuperación
de sus costes fijos en infraestructura, restando con ello más y más
posibilidades de alcanzar el óptimo de utilización de las instalaciones de la
operadora básica, concebidas para servicios universales.
En términos de metodología contable de costes de producción, hablar de
un paradigma de comparación con los costes reales es hablar de COSTES ESTÁNDAR,
pero en nuestro caso no estamos hablando de los costes estándar convencionales,
que se calculan y establecen en función del propio proceso productivo, y tienen
el sentido de "lo que se le puede pedir razonablemente a un proceso
productivo dado" términos del mayor número de piezas por unidad de
tiempo, mínima cantidad relativa de desperdicios, mínimo consumo de energía o
materiales, etc. En nuestro caso lo que habrán de ser considerados son los
procesos productivos emergentes con nuevas tecnologías o en otros países.
La cuestión está en que el objetivo de mantenimiento a ultranza del
liderazgo, en el que se compromete también el mantenimiento de la funcionalidad
de las infraestructuras que hasta ahora han sido las básicas del país, pero
que pueden llegar a dejar de serlo, aboca a la operadora a una dinámica de
mejoramiento de su competitividad sin límites. No se trata de ser mejor que
los competidores, que todavía no existen, si no de ser el mejor en términos
absolutos para que no surjan importantes infraestructuras alternativas. Que
los nuevos servicios se produzcan con el concurso de las infraestructuras básicas
de la operadora principal, aun cuando los produzcan otros agentes en
competencia.
Este planteamiento desborda ampliamente la "oferta de red
abierta" impuesta en el ámbito comunitario, ya que propone que la red se
ofrezca siempre, y en todo caso, como la mejor alternativa y, además, la más
barata para los agentes en competencia de nuevos servicios.
Debe entenderse el alto nivel de autoexigencia que estamos dando a
nuestro planteamiento, que no tiene por qué ser asumido necesaria- mente por
cada operadora. Se trata de un punto de vista particular que surge de un análisis
muy esquematizado, sin matices, de las circunstancias actuales más
generalizables de las operadoras tradicionales de servicios básicos.
Naturalmente, cada una deberá hacer sus propios planteamientos, que pueden
resultar ser muy diferentes a los que aquí hemos expuesto.
Pero, para terminar, convendría concretar como se podría orientar
estratégicamente la política de precios de una operadora con un Sistema de
Costes que incorporara la definición paradigmática de COSTES ESTÁNDAR,
concebidos desde la perspectiva de ofrecer las configuraciones de red más idóneas
para disuadir a los potenciales competidores de crear redes alternativas. A
dicho coste estándar lo llamaremos el "estándar del líder".
Siguiendo el gráfico anterior, suponemos que la operadora tiene
inicialmente establecido un precio, para una prestación de red determinada,
superior en cierta cuantía al coste medio que está obteniendo. Como la
suponemos en situación de monopolio, la demanda se habrá acomodado a ese
precio determinándose así el nivel de demanda que se ajusta al mismo. En estas
condiciones la operadora estará obteniendo un margen de beneficio, por cada
unidad de servicio vendida, igual a la diferencia entre el precio inicial y
coste medio unitario para tal volumen de producción. La aportación al margen
total, del tipo de prestación referido, será la representada por el área
rayada (A).
Ahora bien, supongamos que con otra configuración de red y haciendo el
mayor esfuerzo de mejoras de productividad se puede concebir una curva de
"costes medios estándar", o costes paradigmáticos, tal como la que
representa el gráfico. Esto querría decir que con el mismo precio, y la misma
producción en unidades de servicio, se podría haber ganado más, esto es, la
suma de las áreas rayadas (A + B) si tuviéramos la red concebida de esa mejor
manera y ya hubiéramos alcanzado los óptimos de productividad que nos hemos
propuesto alcanzar.
Con este planteamiento surgen tres lecturas diferentes del margen, que el
Sistema debería hacer patentes:
-
la primera y más convencional lectura es que el margen de beneficio es
el representado por el área (A) y que hemos ganado dinero.
-
la segunda lectura es que podríamos haber ganado mucho más (A + B) si
nuestra configuración de red y nuestra productividad ya hubiera alcanzado el
nivel que corresponde al "estándar del líder”.
-
la tercera lectura es la que concilia las otras dos y sería negativa.
Hemos perdido una parte de la renta monopolista (por qué todavía estamos en
monopolio) por culpa de la desviación de los costes de producción respecto del
"estándar del líder".
Como puede fácilmente imaginarse estas tres lecturas deberían
corresponder a tres niveles diferentes de responsabilidad en la gestión. Pero
nos interesa destacar el último, que debería ser él del responsable de la
gestión sobre el servicio de referencia en particular, y no el que tenga
responsabilidad sobre panoramas mas amplios. Para el gestor inmediatamente
responsable del servicio, la lectura debería ser que ha perdido dinero al no
haber alcanzado las mejoras de productividad que el plan estratégico de
acercamiento al "estándar del líder" le había propuesto.
Por otra parte, la política de precios a medio plazo debería ser también
reorientada por esta estrategia. Obviamente los precios de los servicios tienen
que bajar pero ¿hasta dónde?
Si no se hubiera establecido la estrategia del "estándar del líder"
el punto mínimo, que señala la máxima rebaja del precio del servicio, sería
el indicado en el gráfico deducido de las coordenadas del punto donde se cruzan
la curva de "costes medios reales" y la de "demanda del
mercado".
Sin embargo, la estrategia del "estándar del líder" nos
conduce a pensar que deberemos ser más agresivos en nuestra política de
precios, pudiendo llegar a una rebaja mayor en la medida en que confiemos en
alcanzar las mejoras de productividad del planteamiento estratégico, que se
suponen bien estudiadas y orientadoras de todas las decisiones del desarrollo
empresarial.
Y finalmente, una última reflexión desde otro punto de vista, ¿esta
estrategia conseguirá disuadir a otros agentes de crear infraestructuras
alternativas? Tal vez no lo consiga pero ciertamente apunta en esa dirección.
Un
potencial competidor de redes, al no haber estado condicionado históricamente
por criterios de universalización del servicio y que además empezara de nuevo,
utilizaría las tecnologías más actualizadas que aligeran el coste de las
inversiones en infraestructura, y podría ser imaginado operando, o planificando
entrar a operar, con una curva de costes tal como la representada bajo la
denominación "costes medios del potencial competidor".
Si esto fuera así, y la operadora básica ya hubiera ejecutado, o al
menos anunciado, su política de precios a la baja, el potencial competidor habría
de hacer sus cálculos de rentabilidad probable en dos escenarios alternativos
distintos:
-
si la operadora básica no ha adoptado la estrategia del "estándar
del líder", el número mínimo de unidades de servicio que el competidor
potencial tiene que prever vender para no perder dinero (punto muerto) será X,
un punto señalado en el gráfico que está en relación con el precio mínimo
al que bajaría la operadora básica sin la estrategia propuesta.
-
en cambio, si la operadora ha adoptado tal estrategia, el punto muerto de
actividad, que deberá alcanzar el competidor para no perder dinero, se habrá
desplazado hacia la derecha al rebajarse el "listón" de la posible
rebaja del precio por parte del líder. Esto hará reflexionar al posible
competidor sobre el compromiso que asumiría de tener que vender,
necesariamente, muchas unidades de producto para no perder dinero. Tal vez esta
reflexión le disuada de entrar en el negocio apoyándose en infraestructuras
propias.
Para evitar una mayor extensión de este trabajo, no hemos querido entrar
en otros aspectos que interesarían a la Contabilidad de Gestión y en los que
están involucradas las operadoras de servicios de telecomunicación. Baste lo
dicho para dar somera cuenta de como las empresas de un Sector productivo, que
por razones muy especiales estaba muy alejado hasta hace pocos años de
planteamientos semejantes, está avanzando, por imperativo de las nuevas
circunstancias, hacia soluciones muy complejas de Sistemas de Costes y
Contabilidades de Gestión para resolver una problemática distinta, a la que,
con más tradición, habían tenido que resolver anteriormente las empresas de
otros sectores de actividad.
(Nota: Trabajo publicado dentro del libro colectivo: "Nuevas Tendencias en Contabilidad de Gestión: "Implantación en la empresa española" Coordinadora: Emma Castelló Taliani. Ediciones AECA. Madrid 1993 (Agotado). Cualquier reseña o reproducción parcial de este trabajo deberá hacer referencia a esta publicación de AECA).